OPINION

La Edad de Oro de los periodistas, ¿ya pasó?

Fue el tema del pasado acto de InterQué: la precariedad del periodismo.

¿Precariedad?

Se referían a que los jóvenes que se lanzan a esta profesión están mal pagados, con contratos temporales y que parece un pecado decir que uno es periodista. Ah, bueno. ¿Y eso es nuevo?

Como me tocó intervenir en esa charla de InterQué organizada por Millán Berzosa y Bárbara Yuste, comencé hablando de una anécdota que circula en esta profesión desde hace muchos años.

Resulta que el periodista César González Ruano, un clásico de la profesión de la segunda mitad del siglo pasado, vivía tan precariamente que un día se acercó a la redacción de su periódico para vender su propio obituario. "Es para que lo tengáis listo cuando me muera, ¿me lo podéis pagar ya?".

No sé si me ajustado al relato verdadero, pero me lo han contado tantas veces que cuando alguien me habla de que los periodistas de hoy viven en medio de la precariedad, me acuerdo de González Ruano.

En esta profesión no se hace uno rico. Esa es otra de las cosas que uno siempre escuchará.

Yo empecé haciendo reportajes que me pagaban bastante mal. Como a todos los periodistas.

Pero eso no quiere decir que esta profesión sea miserable. Lo que pasa es que cada especialidad ha tenido su Edad de Oro. Por ejemplo, la Edad de Oro del periodismo político fue en los setenta y en la primera mitad de los ochenta. El país entero cambiaba de piel y los periodistas tenían que contarlo. ¿Periodismo deportivo? ¿Económico? ¿Científico? Ni asomaban la cabeza en esas fechas. Lo que se pagaba bien era el kilo de periodista político, del columnista, del analista con fuentes en las altas esferas de los partidos.

También fue la era de los corresponsales o enviados especiales a España. Creo que era el corresponsal del Frankfurter Alllgemeine Zeitung, el veterano Walter Haubrich, quien decía que poco a poco, los medios internacionales fueron retirando sus corresponsales en España porque este país se convirtió en un país muy normal a medida que se democratizaba.

A mitad de los ochenta empezó la Edad de Oro del periodismo económico y yo participé en ese despegue. Las empresas salían a bolsa, se enriquecían, vendían cada vez más, y los lectores querían saber cómo hacerse ricos. A principios de los noventa, se inició la Edad de Oro de los periodistas audiovisuales pues nacieron un montón de canales de televisión: Antena 3, Telecinco, Canal + y multitud de canales autonómicos.

A finales de los noventa, fue la pequeña Edad de Oro del periodista de internet. Pequeña porque internet quiso despegar muy rápido y hubo que abortar ese despegue. Y luego, vino la Edad de Oro de la prensa deportiva, a medida que la Liga española encandilaba al planeta, y las secciones de Deportes crecían en páginas o en minutos.

Es decir, siempre ha habido época de vacas gordas para unos periodistas, y de vacas flacas para otros.

Y ahora, ¿qué Edad de Oro es? ¿Del bloguero? ¿Del free lance? ¿Del periodista orquesta? ¿Ha pasado la Edad de Oro?

No sé. Pero sé que en todas esas edades, había un tipo de periodista que se convertía en imprescindible: el Solucionador de Problemas.

Suelo decir que los periodistas se dividen en dos categorías: los que dan problemas y los que resuelven problemas. Los primeros son la inmensa mayoría, pero no se dan cuenta . Lo segundos son una minoría, no importa su especialidad, pero al final resuelven problemas de todo tipo.

En esta época de metamorfosis de la prensa (como nunca se ha visto), hay periodistas o profesionales que destacan y despegan: pueden ser a través de un blog, o porque se han desplazado a un sitio lleno de noticias. Puede ser porque saben mucho de baloncesto o de botánica, o por el contrario, porque manejan video, cámaras de fotos, móviles, así como multitud de programas, o porque hablan cinco idiomasLo que sea: pero están solucionando un problema a alguien, algún medio, algún jefe, que tiene un problema.

Por eso, recomiendo a los que envíen curriculums que envíen soluciones. ¿Y tú qué propones? ¿Qué reportaje se te ocurre¿ ¿Puedes entrevistar a alguien que nadie ha entrevistado? ¿Tienes acceso a información que otros no tienen? ¿Tienes ideas originales o eres del montón?

Ideas, originalidad, creatividad. Los medios de comunicación siempre han sido acusados de pagar mal y de ser precarios, pero la imaginación no lo es.

Además, cuando se habla de precariedad de medios, es que muchos no se han leído el cuento de Arthur Conan Doyle sobre tres corresponsales de guerra enviados en el siglo pasado a cubrir un conflicto africano. Cuando tienen la noticia de que un general británico ha ganado la guerra, deben correr con sus caballos y camellos a transmitirlo antes que la competencia. Llegar a un telégrafo o un teléfono demoraba días. Era una hazaña. Aquello sí era precariedad.

¿Y ahora hablan de precariedad de medios cuando cualquiera de esos corresponsales podría transmitir hoy su crónica al instante, con imágenes y video, usando un móvil o un portátil del tamaño de una libreta? ¿O contarlo desde su blog? ¿O tuitearlo?

Comparado con esa época, la nuestra es la Edad de Oro de los medios, pues nunca los periodistas tuvieron unos medios tan increíblemente versátiles, portátiles y rápidos. Como siempre, ganará el que tenga más imaginación para resolver problemas.

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