OPINION

Nuestra tele-ficción quizá cometa errores, pero comienza a dar dinero

Cuando se estrenó la miniserie de televisión sobre los Príncipes (Felipe y Letizia), un montón de espectadores se desahogaron por Twitter: los diálogos eran de risa, los personajes parecían marionetas...

Algo parecido sucedió con Hispania: los caballos de los romanos llevaban estribos (en realidad, los romanos casi iban a pelo), los soldados iban ataviados perfectamente (la verdad es que muchos eran mercenarios e iban sin cascos), las flechas y los arcos parecen de Robin Hood, todos hablan la misma lengua...

Y lo mismo con Tierra de Lobos, una serie situada en el siglo XIX que parece sacada de La Conquista del Oeste. Por no decir, de "Aguila Roja", con un protagonista que parece salido de una película de "chinos". En "La Princesa de Eboli", el parche que se puso Belén Rueda estaba en el ojo equivocado porque, si se lo ponía en el ojo "histórico", no veía la espada en las escenas de lucha.

No es la primera vez que triunfan series españolas: desde Los Serrano a Un paso adelante, ya se había cosechado muchos éxitos y se habían exportado bnastantes series.

Pero este salto es nuevo porque se trata de reconstruir temas históricos, o de hacer ficción histórica. Las cadenas de televisión están invirtiendo mucho dinero en producir material original. Las horas que ocupan esas series españolas no las están ocupando las series importadas. Y por ahora gustan. Si fueran malas, habrían sido retiradas.

Es un negocio rentable. La televisión británica ha logrado sacarle punta a estas series, como la de Enrique VIII. Nosotros podemos hacerlo.

Todo esto está dando empleo a miles de personas, y está desarrollando una nueva faceta de la industria audiovisual. Los porcentajes de aceptación son bastante altos, lo cual significa que habrá más series históricas, y más empleo y dinero en estos proyectos.

El público y los expertos descubren muchas mentiras en estas series, pero si hicieran el mismo análisis de las series históricas de Hollywood, serían más generosos. Hollywood sacrifica la verdad por un buen plano cuando sabe que es rentable.

Lo ideal es hacer televisión de ficción sin engañar mucho.

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