OPINION

Existen predicciones, grandes predicciones y hacer el ridículo

Hace dos años, Nouriel Roubini saltó a la fama por predecir la crisis. La había predicho en 2005. Y se cumplió. Lo que pocos saben es que Roubini había predicho muchas cosas contradictorias: algunas no las acertó y otras sí. Al final acabó acertando la de 2008.

Roubini hizo lo mismo que The Economist. La "prestigiosa" revista (pongo prestigiosa porque parece que no se puede seguir escribiendo sin poner ese adjetivo), había predicho la burbuja inmobiliaria española... desde hace 10 años. Claro, acertó.

Otro que tal es Marc Faber. Tiene un portal llamado The Gloom, Boom & Doom Report y ya con eso se sabe de qué va pues le llaman Doctor Catástrofe. Bueno, a Roubini también le llaman así.

Según dijo a principios de año Faber, “el futuro será un desastre total, con el colapso de nuesto sistema capitalista, al menos como lo conocemos, guerras, suspensión de pagos en masa de gobiernos y el empobrecimiento de grandes sectores de la sociedad occidental”

En la primavera de 2009, pocos después del colapso de Lehman, los españoles se encontraron con un libro sobre la crisis. "El crash de 2010". Era un título tan sobrecogedor y tan seguro, que se convirtió en un éxito de ventas.

El autor es el profesor Santiago Niño Becerra, nuestro Doctor Catástrofe, y pronosticaba, si mal no recuerdo, que en julio de este año, este país se hundiría en el caos económico. El paro habría llegado al 23%. Habría deflación. Y la economía decaería un 4%. Agua. No acertó ni una.

Una persona que escribe eso o sabe mucho y está segura del riesgo de predecir, o es un suicida económico.

Hace un par de días, la agencia Efe pasó un teletipo. Recogía una charla de Niño Becerra en la cual decía, ejem, pues, en realidad no sería en 2010 sino en 2011. Puede ser. Pero ya no es en 2010. El País disparó contra él a matar aprovechando el teletipo de Efe.

En resumen, este será un año malo pero no nos hemos hundido. No ha sido peor que 2009, desde luego. Y el año que viene tampoco será mucho mejor. Pero catástrofe, hundimiento, armagedón, colapso... pues no. Seguimos en crisis.

Si todos los que escribimos de economía echásemos la vista atrás, nos encontraríamos con un montón de sandeces escritas de nuestro puño y letra. En algunas, hemos hecho el ridículo. En otras, hemos pifiado por unos metros.

Hace unas semanas, dije en este blog que la cifra de la EPA del tercer trimestre iba a ser peor. No lo fue. Mejoró respecto al anterior trimestre. No fue una gran mejora pero no acerté. Hay que tragárselo y reconocerlo.

En esta crisis, ha habido momentos de espanto gloriosos como cuando comenzó la pérdida de credibilidad en la deuda española. Muchos dijeron que íbamos directo al default, a la suspensión de pagos del Reino, cuando lo que querían decir era que "ojalá que entremos el default y le echemos la culpa al gobierno". Para mi defensa, nunca creí en esa suspensión y critiqué el sesgo catastrofista e irresponsable de la prensa en dos artículos: uno titulado "Por qué veo el vaso medio lleno" y otro titulado "No me disparen por no ser tan pesimista".

En aquellos días de febrero, se había apoderado de cierta prensa española el virus del hundimiento total. Yo parecía un poco naif tratando de escribir "Decrecemos pero cabalgamos",  y hasta traté de contrarrestar el efecto hundimiento, con una cabalgata de buenas noticias. En algún momento, hasta parecía el portavoz del PSOE, pues llegué a publicar una autocrítrica titulada. "¿Estamos siendo demasiado crítricos con el gobierno?". Decía por ejemplo: " ¿Hemos sido los periodistas demasiado pesimistas, destructivos y aguafiestas con el futuro del país?".

No era fácil defender esa postura porque los especuladores estaban atacando al mercado español y eso era una verdad templaria. Pero de ahí a aceptar que este país no tenía solvencia y que éramos una caca había una gran distancia. Hubo gente (muchos periodistas, muchos políticos y economistas del PP), que casi pensaban que nos merecíamos ese castigo. Eso era autoflagelarse y un ejercicio de irresponsabilidad.

Para mí, las dos peores noticias desde que empecé a escribir este blog son: el paro y la lentitud del gobierno en tomar decisiones eficaces. Eso sí es caca.

El paro no ha mejorado mucho y no lo hará sustancialmente en los próximos meses. ¿Saben por qué? Porque el gobierno ha sido muy lento en reconocer la crisis y en tomar medidas.

No sé cuántas predicciones catastrofistas quedan por conocer pero a medida que pasan los meses, está claro que quedan menos. La economía está mal, y le queda mucho tiempo para recuperarse. Creo que esta época hay que tildarla como la de la paciencia. Hay que esperar y trabajar para ir recuperándose poco a poco de las heridas. Son profundas. Pero de las enfermedades también se recupera uno. Algún día, ¿no?

Lo bueno de los momentos de pánico, es que especialistas como Faber, Niño,  Nouriel Roubini o algunos periodistas pueden levantar el dedo y decir: “¡Ah, humanos, ya os lo dije!”.

Lo malo de eso, es que al pasar el tiempo, la crisis no fue tan catastrófica y entonces, los predictores quedan en ridículo.

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