OPINION

Un gigante de la bolsa, un riesgo planetario

Virus (1999)
Virus (1999)

Hace años, The Wall Street Journal publicó un artículo donde afirmaba que los intermediarios que operaban en la sala de contratación de la Bolsa de Nueva York se pasaban el día viendo películas en una salita de descanso. Ya no compraban y vendían valores cara-a-cara, como veíamos en la película dirigida por Oliver Stone.

El aumento de las transacciones electrónicas estaba relegando esa figura de profesionales vestidos con chaquetas de colores que gritaban y movían las manos haciendo señales con los dedos, para comunicar precios y cantidades. Después del 11-S se vio que era mejor hacer las transacciones electrónicamente.

En noviembre del año pasado, la Bolsa de Frankfurt decidió suprimir las transacciones directas en la sala, de modo que ahora todo se hace electrónicamente.

Ahora, si prosiguen las negociaciones, estas dos bolsas se van a fusionar. Bueno, en realidad es la bolsa de Frankfurt quien compra a la Bolsa de Nueva York, pues los alemanes tendrán el 60% de la nueva entidad, y pondrán un presidente.

Según los analistas, se convertirá en una bolsa planetaria e imbatible. Su valor será de 25.000 millones de dólares. Su especialidad serán los derivados y el mercado de futuros, y hará sombra sobre la bolsa de Chicago, y cualquier otra.

Con estos dos elementos (transacciones electrónicas y derivados) ahora sí estamos en manos de las máquinas. Muchos de ustedes recordarán la película Virus (con Jamie Lee Curtis), donde un ente electrónico se hace con el control de un barco en medio del mar, y va liquidando a sus tripulantes.

¿Un robot que se vuelve loco y manipula los valores en Bolsa? Fue lo que sucedió en 1987, cuando las computadoras programadas con fórmulas matemáticas, tumbaron inexplicablemente la Bolsa de Nueva York. Volvió a suceder hace unos meses, cuando los valores de muchas compañías americanas pasaron a valer unos míseros centavos de dólares por errores de cálculo de las máquinas.

Un artículo aparecido en la prensa americana a principios de este año, alertaba de cómo el HFT (high frequency trading), podía suponer un grave riesgo para el sistema financiero. Ahora, las potentes máquinas, programadas con algoritmos, detectan en milisegundos oportunidades de céntimos, y trasiegan con órdenes de gran volumen para ganar mucho dinero.

Es un salto adelante en el mundo de la bolsa, donde todos pretenden ganar más cada día. Era cuestión de tiempo que alguien inventara esa fórmula.

Ahora, si surge la nueva Bolsa germano-americana, las posibilidades de hacer negocios a escala planetaria con un poder jamás conocido son aún mayores. Moverán derivados y futuros, muchos de los cuales han sido los culpables de los descalabros financieros de 2008.

La pregunta es si con estas fusiones los riesgos ahora son aún peores.

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