OPINION

España tuvo su Fukushima financiero y tampoco hubo escenas de pánico

Hemos admirado la fortaleza emocional de los japoneses frente al desastre de un terremoto, un maremoto y el peligro nuclear. Sólidos, ordenados, pacientes, no hubo pillaje en los supermercados, ni gritos de desesperación. Un país que ha aguantado esos tres peligros sin derrumbarse.

Y, comparándonos con los japoneses, nos hemos criticado porque en una situación así, aquí en España no habría sucedido eso. Habría sido un desastre. ¿Seguro?

Bueno, no hay algo tan comparable como un terremoto de grado 9, pero sí hay otra cosa que también fue un temblor de gran magnitud. Pocos recuerdan que hemos tenido varios Fukushimas financieros, en los cuales no  ha habido escenas de pánico ni de pillaje. Ni escenas de desesperación.

En octubre de 2008 este país estuvo a punto de irse a la porra. Octubre. 2008. El mes anterior las bolsas del mundo se habían despeñado cuando Lehman Brothers quebró. Con ello el sistema financiero mundial dejó de apoyarse en la marea de créditos, y los bancos españoles también dejaron de tener dinero para prestar. El sistema se paralizó.

De Estados Unidos a Europa, los bancos caían como moscas, y los gobiernos inyectaban millones de dólares o de euros para que no desaparecieran, o mejor dicho, para que los clientes no se sumieran en el pánico. La prensa anunciaba que los gobiernos intervenían bancos, y decapitaban sin piedad a presidentes y financieros inútiles.

¿Y en España?

Comenzaba a haber mucha preocupación. En los bares la gente hablaba de si este banco estaba a punto de quebrar o aquella caja iba a ser intervenida. Y hubo gente que empezó a pensar seriamente en sacar el dinero. Era cuestión de días, que se formaran colas en algunas oficinas, como las que todos vimos en 2007 en el banco británico Northern Rock. Los europeos, desde Lisboa a Berlín, empezaban a preguntarse si su dinero estaba seguro. Y ya se sabe: si alguien detonaba ese caos, seguiría la apocalipsis financiera.

Fue entonces cuando los gobiernos europeos comenzaron a anunciar que se ampliaban las coberturas en caso de quiebra. En España se llama el Fondo de Garantía de Depósitos. Hasta entonces, solo se cubría hasta 20.000 euros. A partir de entonces, hasta 100.000 euros por cada persona que tuviera una cuenta o la compartiera.

Pero hubo algo más. Los medios de comunicación no fueron tan alarmistas como lo han sido ahora con la crisis de Fukushima. Salvo algunas noticias sueltas, no se hiceron eco de las colas que al parecer se habían formado en alguna entidad.

Y eso no es todo. A pesar de que venimos oyendo desde hace meses de que las cajas se disipan y pasan a formar bancos o a ser nacionalizadas, no ha habido terremotos financieros. No hay millones de personas retirando sus cuentas. Parece increíble pero es verdad.

Hace poco, el presidente de un importante banco de este país dijo que era ejemplar ver cómo los españoles seguían confiando en el sistema financiero a pesar de los terremotos financieros, los tsunamis de las cajas. No hay escenas de pánico. Quizá haya un sistema financiero desprestigiado, pero la gente sigue confiando en que sus ahorros están seguros ahí.

Los japoneses confiaron en su gobierno.

Pues nosotros hemos confiado en nuestro sistema financiero. Y lo hemos salvado.

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