OPINION

Buenas noticias, no nos hemos hundido

titanic
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Hace un año, un lunes como hoy, el Ibex registró la mayor subida de su historia: un 14%.

Unos días antes, este país se estaba hundiendo.

Era para troncharse.

Ese fin de semana, el del 7 al 9 de mayo de 2010, los representantes del Gobierno español estuvieron pasando el peor examen económico de la historia reciente. Los mercados, esa cosa que nadie sabe bien qué es pero cuya fuerza es descomunal, habían retirado tanto dinero de España en tan poco tiempo, que la Bolsa estaba cayendo en picado, y hasta los medios españoles barajaban con la posibilidad de quiebra total. Nadie se fiaba de España, de su economía, de su gobierno, de su presidente. Ni siquiera la prensa española se fiaba de su propio gobierno.

Desde hacía tiempo se venía hablando de quiebra del Reino de España, es decir, que no íbamos a devolver nuestras deudas internacionales. El déficit fiscal crecía, la deuda se incrementaba, el PIB iba hacia atrás y el paro subía. Era como asomarse a una familia española y comprobar que allí estaba todo el mundo en paro, que crecían sus deudas con el banco  y que en lugar de controlar los gastos, la familia seguía echando el dinero por la ventana.

Los socios de la zona euro exigieron al Gobierno español que aprobase recortes: había llegado la hora de cortar el grifo para esa familia gastona. Tres días después, el 12 de mayo, se congelaron las pensiones, se recortó el sueldo a los funcionarios y se paralizó en gasto público en muchas vías. O eso, o la quiebra era el mensaje que nos habían enviado nuestros socios (y los mercados).

Jamás pensé que España fuera a quebrar, aunque tuve momentos de duda. España no era Grecia, un país que había mentido con sus estadísticas de déficit fiscal. Tampoco teníamos tanta deuda pública como países más poderosos de la zona euro: Alemania tenía más de un 80% y nosotros un 55%, más o menos en comparación con el PIB.

Me quejé del exagerado catastrofismo de ciertos medios españoles y extranjeros, sobre todo de la prensa anglosajona. Pero reconozco que cuando alguien está dormido y le acecha un peligro, no se le puede despertar con susurros sino con una bofetada.

Esa persona que vivía adormilada era nuestro presidente. Ya a principios de 2009, como cuenta el economista, Ramón Tamames, cuando el presidente Zapatero oía los avisos de los economistas, les respondía con una sonrisa: "Es que los economistas no tenéis ni idea".

Creo que ser optimista ayuda a salir de la crisis. Pero un optimista debe tener los pies en la tierra y el presidente no los tenía. Fueron los mercados, nos guste o no, los que al final le despertaron con una bofetada cuando este país estuvo a punto de irse a la porra en mayo de 2010.

Poco después, el presidente empezó a reconocer que había intervenido muy tarde, y que no se había dado cuenta del incendio. ¿No se había dado cuenta? Muchos periodistas no nos dimos cuenta... en 2008. Pero a finales de ese año, ya estábamos convencidos de que esto era una crisis de caballo. Entre el último trimestre de 2008 y el primero de 2009 hubo más de un millón de nuevos parados. Esos ya sabían que estábamos en crisis. El presidente, no.

La buena noticia un año después es que no nos hemos hundido. La mala es que en lugar de flotar, zozobramos. Y todo porque el presidente tomó muy tarde medidas que debió tomar en 2008.

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