OPINION

15M o el sueño del sociólogo

manifa mano
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En la primera mitad del siglo XIX el idealista Charles Fourier promovió la creación de pequeñas comunidades llamadas falansterios donde grupos de 1.680 personas prosperasen en una comunidad que explotaba la tierra racionalmente, y las labores se repartirían conforme a la justicia y la equidad. Muchos le imitaron.

El inglés Robert Owen fue más lejos y creó en Estados Unidos, tierra prometida, una comunidad llamada New Harmony que lograría superar las contradiccciones del capitalismo, organizando a los obreros con un único objetivo: producir y repartir racionalmente ese fruto del trabajo. Tuvo muchos imitadores.

Antes y después de Fourier y de Owen se han creado comunidades fundadas en la idea de transformar al hombre desde su raíz, y hasta ha habido teóricos que añadían los argumentos: desde Platón y su República de guerreros, sacerdotes y productores, hasta La Ciudad del Sol de Campanella, en el siglo XVII. Kibuttz, sectas seudoreligiosas, idealistas, hippies, amish... El intento de crear una nueva sociedad no solo seguirá renovándose sino que es una reacción natural del ser humano ante las normas fosilizadas del pasado.

El movimiento 15M y las Acampadas han sido un intento más de crear una nueva sociedad, en oposición a los esquemas del sistema heredado, el sistema imperante o como se le quiera llamar. Para los sociólogos, tener a mano este movimiento es un sueño: es el laboratorio más cercano para probar qué hay de heredado y qué de necesario en esa cosa llamado ser humano y sociedad. ¿Las leyes nos crean o nosotros las creamos?

Por ejemplo, una de las características más prominentes de las acampadas es su sistema de toma de decisiones. Puramente asambleario, se trata de contestar al sistema de partidos, de listas cerradas y designaciones de candidatos a dedo, con otro en el cual el pueblo decide. Todo el pueblo. Pero 'todo' quiere decir que con absoluta unanimidad. Basta con que una persona cruce los brazos formando una equis para que una propuesta sea desechada. Conclusión de un sociólogo: no se puede pasar a la acción si el sistema depende de la aprobación de la totalidad.

Dado que el sistema de toma de decisiones ha fallado, solo queda reconocer que el parlamentarismo, con sus defectos, tienen más ventajas que el sistema asambleario de Sol porque por lo menos, algunas leyes se aprueban sin necesidad de que todos estén de acuerdo.

Más cosas. Los acampados impiden el nacimiento de líderes de modo que los portavoces rotan constantemente. Es una forma de oponerse al sistema electoral de partidos, donde se crean liderazgos, y de ellos, deriva el abuso de poder y a veces,  la corrupción.

Fantástico.

Pero dado que no hay liderazgo, tampoco hay brújula, con lo cual los indignados viven en la constante improvisación y desconcierto. ¿Es el liderazgo un defecto heredado del sistema? Un profesor de una Escuela de Negocios diría que no es un defecto, que hay que construir líderes, pero ese argumento es interesado porque viene de un profesor que cobra por dar lecciones de management. ¿Hay alguna forma de demostrar que el liderazgo es una institución humana natural?

La respuesta no está en la sociología sino en la etología. El estudio del comportamiento animal indica que las comunidades de bichos tienen machos alfa y que ésos líderes dedicen adónde va la manada. Problema: si se equivoca la manada va al matadero.

Lo peor del caso es que las sociedades humanas siguen ese esquema de forma natural. Por mucho sistema electoral abierto, al final los partidos son dominados por los líderes, a veces por los líderes con carisma. Por eso se hizo tan famoso el ensayo de Robert Michels sobre los partidos políticos y sus liderazgos naturales.

Cualquier sociólogo que haya estado pendiente de la organización espontánea de los acampados y del surgimiento natural de las instituciones, habrá comprobado que al final, los seres humanos tienden a descartar lo que no funciona, y a adoptar esquemas que sean más racionales. Como publicamos en Lainformacion.com, muchos acampados reconocían que estaban adoptando los defectos del sistema que pretendían combatir: tenían una policía, que ellos llamaban comisión de Respeto, y encima, cada vez había más normas internas, prohibiciones o decretos leyes, vamos, para ordenar la convivencia de cientos de personas, evitar los abusos y mejorar la acampada improvisada. Era lo más eficaz que se les ocurrió.

Muy pronto descubrieron los acampados que unos trabajaban y otros estaban todo el día echados al sol, sin pegar ni clavo. Se crearon clases sociales de forma espontánea: los productores y los zánganos. Automáticamente se les vino a la cabeza a muchos las imágenes descritas por George Orwell en "Rebelión en la Granja", donde algunos animales trabajan, y otros explotan ese trabajo: los cerdos. Y esas diferencias han sido motivo de peleas entre los indignados de las plazas.

Los manifestantes del 15M se han topado con un montón de contradicciones internas. ¿Echamos a los mendigos que han acampado en la acampada o los reconocemos como los verdaderos antisistema que sufren el desprecio del sistema? Mientras deciden, cada vez más mendigos se apalancan en las acampadas porque allí hay comida y agua de la mañana a la noche y gratis. Y encima música y camaradería.

¿Significa esto que esa gente que ha estado acampada ha jugado inocentemente a "hacer política"? No han jugado. Lo han intentado. Y todavía falta por demostrar si el movimiento se extingue o permanece.

Pero por muchos golpes que haya sufrido ese sueño ideal de crear una tierra prometida, ni es la última vez que se intenta crear una nueva sociedad de los rescoldos de la antigua, ni quiere decir que estos intentos fracasen siempre.

Que se recuerde, hubo una gran iniciativa para crear una nueva sociedad rompiendo con las reglas políticas y sociales del pasado. Era una iniciativa arriesgada que intentó acabar con los privilegios de clases y de nacimiento. Con la monarquía. Fue un intento persistente de crear un sistema igualitario basado en el trabajo, la cooperación y el idealismo. Un deseo republicano. Y lo defendieron con armas y con sus vidas. Para ellos valía la pena porque suponía un renacimiento del ser humano. De la sociedad. Y no lo hicieron tan mal esos aventureros después de todo.

Era idea tan legítima o tan inocente como los acampados del 15M. Y no se marchitó.

Ah, sí, le pusieron un nombre a ese intento.

Creo que lo llamaron Estados Unidos de América.

Hoy es la mayor potencia del planeta.

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