OPINION

En España, todo el mundo es culpable, incluso si demuestra lo contrario

Bienvenidos a España, el país donde los legos y los expertos juzgan y condenan a cualquier ciudadano aunque no haya pruebas definitivas.

¿Se acuerdan del caso Wanninkhof?

Un jurado popular declaró culpable a Dolores Vázquez Mosquera del asesinato de la joven Rocío Wanninkhof, en 1999. La inmensa mayoría de los ciudadanos respiró satisfecha. Años después, se comprobó gracias a una prueba genética que el asesino había sido otra persona, Tony King, que confesó el crimen.

Dolores Vázquez pasó 17 meses en la cárcel.

¿Por qué sucedió esto? Los jueces llegaron a la conclusión de que la histeria colectiva, animada por la prensa y el hecho horrísono, cooperaron para condenar a una persona inocente. Nunca, y esto debe quedar claro, hubo pruebas contundentes para condenar a Dolores Vázquez. Pero la masa dictó su sentencia.

11M, la falsedad a gran escala

Lo mismo pasó con el 11M. El Gobierno del PP hizo creer a la población que miembros de ETA habían sido los autores del los atentados que costaron la vida a 191 personas en Madrid. La confusión y las mentiras desorientaron a los españoles. Al final, se supo que habían sido terroristas radicales islámicos. Pero durante mucho tiempo, incluso ahora, la verdad 'emocional' sigue persistiendo en muchas personas: creen que fue ETA.

¿Por qué suceden estos comportamientos? Porque hay una verdad auténtica y otra emocional.

La facilidad con que se juzga y se condena en este país públicamente y sin pruebas demuestra que la 'verdad emocional' es un mal histórico.

El rumor comienza  en  tertulias en radios y TV, pasa a los artículos de opinión de la prensa, aterriza en Twitter, y salta a las viñetas, o a las portadas de revistas satíricas.

Primero, linchamiento; luego comprobación

Solo activamos los mecanismos de la razón cuando se condena 'a uno de los nuestros'. Entonces, apelamos al sentido común, por favor, ¿dónde están las pruebas? Pero cuando los indicios apuntan a nuestros enemigos, disfrutamos del linchamiento popular.

Me recuerda el miedo que produce 'Furia', esa película de Fritz Lang protagonizada por Spencer Tracy. Un joven que está de paso por un pueblo, es acusado y encarcelado sin motivo. El pueblo se va encolerizando y al final incendia la cárcel donde está el inocente.

¿Qué origina esta histeria? Los rumores. Las informaciones falsas. El protagonista era culpable a ojos del pueblo pesar de que podía demostrar lo contrario.

Las consecuencias de la histeria colectiva son muy fáciles de señalar: encabronamiento.  Y eso produce actos de violencia, amenazas, insultos, agresiones... La han sufrido desde la comunidad de chinos hostigados por culpa del caso Gao Ping, hasta miembros del PP. No han sido los únicos.

Hace poco, un portavoz de un partido político me confesaba su desilusión por los periodistas que, presionados por sus directores, estaban señalando culpables sin aportar pruebas. Algo que viene de lejos.

Desear que algo sea verdad es muy propio del género humano. Pero proyectar en los demás nuestros prejuicios, creencias y sospechas sin tener pruebas definitivas, es algo peligroso.

@ojomagico

Mostrar comentarios