OPINION

Madrid, ¿en decadencia?

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Un reportaje titulado "La decadencia de Madrid" se ha convertido en lo más leído del diario El País en los últimos días.

La capital de España, dice el reportaje, suspende ciclos de conciertos, ha perdido la organización de los JJOO, está dejando de atraer turistas, la terminal del aeropuerto decae, tiene una deuda de más de 6.000 millones de euros, ha hecho gastos inútiles como la Caja Mágica o la nueva sede del Ayuntamiento, cierran miles de bares, no es centro de movidas culturales y está más sucia que nunca.

El artículo ha cosechado más de 3.000 comentarios lo que significa que, periodísticamente hablando, ha acertado.

¿Y es verdad todo lo que dice?

Déjenme que les cuente algo.

Poco después de organizar los increíbles Juegos Olímpicos de 1992, Barcelona era una ciudad nueva: se invirtieron millones en remozarla, estaba rutilante. Pero a partir de ese año se desinfló.

Madrid en cambio, comenzó a mejorar sus servicios, sus trenes, el Metro, sus calles, sus plazas, sus servicio de limpieza, sus obras públicas y hasta sus recintos feriales. ¿Qué decía la prensa en 2005? Pues que la ciudad le estaba ganando la partida a Barcelona. Hoteles, servicios, transportes, limpieza, y en cuanto a urbanización, al ser una ciudad asentada en una llanura, se podía crecer  hacia los cuatro puntos cardinales: urbanizaciones, aeropuertos, circunvalaciones, campos de golf... La pobre Barcelona no podía ensancharse porque estaba encajonada y apretada.

Los nuevos barrios de Madrid nacieron con aceras babilónicas, paseos esmerados, y hasta el ensanche de Vallecas (un nombre castizo que no se asociaba al confort) era una obra civil asombrosa.

En cuanto a ferias, el nuevo recinto de Ifema era de tal envergadura, que le empezó a robar ferias a Barcelona, incluyendo una feria de barcos, sí, de barcos, en una ciudad que tiene el mar a 500 kilómetros, y cuyo río es tan pequeño que los patos se mueren de risa.

Decadencia de Barcelona

Me acuerdo que, por esas fechas, en la década pasada, todo el mundo hablaba de la decadencia de Barcelona y del esplendor de Madrid. Tan divertida, tan abierta, tan poco clasista, aquí todo el mundo se tuteaba, te servían unas tapas principescas y si venías de los confines de Europa becado por Erasmus, pasabas los mejores momentos de tu vida (si lograbas recordarlos tras las melopeas).

El soterramiento de la M-30 te dejaba boquiabierto: 11 kilómetros de túnel. Creo que era el mayor túnel del mundo bajo una gran ciudad, y hasta llevabas a tus amigos de provincia a visitarlo y a escuchar varias veces: "¡Vaya pasada!". Y lo mismo exclamaban cuando iban por la superficie de Madrid Río. In-cre-í-ble.

Y un Metro limpio y puntual. Perdón, ¿conocen el metro de París? ¿Y el de Nueva York? Sólo les digo una cosa: en Nueva York se ven ratas como tapires, y en París, aunque lo limpien con KH-7, parece  el París de Los Miserables.

¿Madrid? Paradas de la EMT donde te decían por altavoz cuánto tardaría en llegar el próximo autobús; aplicaciones para móviles que te avisaban el horario de los buses y te daba tiempo de ducharte, vestirte, tomar un café y bajar justo cuando pasaba. Servicios de cercanías que te ponían en media hora en la sierra o viceversa.

Hasta había un servicio del ayuntamiento que, si lo querías, te tapaba los baches de tu calle con un telefonazo. Yo una vez pedí un paso de peatones cerca de mi casa, y al mes, recibí una carta del vicealcalde diciéndome: "Ya tiene usted su paso cebra, ciudadano".

No te mueres ni queriendo

Los servicios de emergencia eran tan rápidos que no te daba tiempo a morirte. Yo lo he comprobado varias veces con cronómetro: veía un accidente, crash, heridos, llamada telefónica al 112, ambulancia a los 8 minutos, policía y atestado a los 9.  Bomberos a los 10, y Selur a los 20 minutos. Pasaban la manguera y a vivir que son dos días.

¿Y en exposiciones? Con ese triángulo de oro formado por el Thyssen, el Prado y el Reina Sofía, quien era inculto era porque lo quería ser.

Horas bajas

A pesar de todo ese esplendor, creo que Madrid está en horas bajas. Está viviendo la misma travesía del Real Madrid, un equipo que después de haber ganado más copas que ninguno, ahora no encuentra su personalidad. Da bandazos.

Lógico: estamos en una crisis profunda y no hay dinero.  Algunos servicios se han deteriorado, y se está notando en las calles, los trenes, el alumbrado y la fiesta. Se cierran salas de cine y se esfuman los espectáculos. El Metro se queda sin aire acondicionado y circulan menos trenes.

Todas las ciudades españolas están pasando por el mismo calvario, el mismo que las comunidades de vecinos: no hay dinero para arreglar calderas, aumentan los morosos, se retrasa la paga al portero... Vacas flacas, amigos.

Esta crisis pasará. Como todas. Y mientras pasa, nos enfundaremos nuestras camisetas para correr la San Silvestre Vallecana, la carrera de fin de año más populosa del mundo. Y la más alegre.

Y para cuando pase la crisis,  solo espero que haya un buen plan para mejorar Madrid sin que nos masacren a impuestos, y sin endeudar a la ciudad.

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