OPINION

Julian Assange, el triste final del hombre que desafió al mayor poder del mundo

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En abril de 2010, Julian Assange reunió en un hotel de Nueva York a un montón de periodistas para mostrarles el vídeo estremecedor donde un helicóptero disparaba y mataba a varias personas, entre ellas había dos periodistas de Reuters indefensos.

Assange era un hacker y filtraba un documento audiovisual histórico.  ¿Es que los periodistas se habían quedado sin recursos para investigar?

A lo largo de ese año, Assange se dedicó a sacar más documentos confidenciales de alto nivel. Papeles sobre la guerra en Afganistán e Irak. Mensajes diplomáticos del departamento de Exteriores EEUU y sus embajadas.

Muchos eran interesantes, pero no traían nada nuevo como decir que Berlusconi organizaba fiestas sexuales, o que Sarkozy era bajito y quería ser como Napoléon. Otros tuvieron un papel decisivo:  en los países árabes, las filtraciones sirvieron para que los jóvenes de estos países tomaran conciencia de la corrupción de sus gobernantes. Y en parte, ayudaron a la explosión de la primavera árabe.

Los límites de la información

El cariño hacia Assange crecía entre la clase periodística. Pero  luego se comprobó que algunos documentos ponían en peligro a los informadores, a los espías y soplones. Gente clave en todas las guerras. A Assange le daba igual. Los medios que le apoyaron como The Guardian, The New York Times y otros, comenzaron a echarse para atrás. Assange, en lugar de reflexionar, se echó hacia delante.

Reconozco que cuando salió la noticia de que había intentado violar a dos suecas, muchos lo pusimos en duda. Nos salió la teoría de la conspiración. Pero resultó verdad, aunque con matices pues en Suecia se considera violación algo que según otras legislaciones sería acoso o abuso, pues aquello empezó como sexo consentido.

El inmortal

El caso es que Assange se empezó a creer inmortal o un elegido por el destino para desafiar a los gobiernos más potentes, a las empresas más grandes, A cualquier poder. Y Los demás estaban equivocados si no le seguían

David Leigh, el periodista británico que vio el video antes que nadie, y que hizo un libro sobre el hacker, me dijo en un encuentro: "Todos los periodistas tenemos ego, pero no hay comparación con el de Assange". Ese ego le impidió ver que una cosa es filtrar documentos, y otra desafiar a EEUU hasta niveles peligrosos.

Una vez un periodista griego me dijo "don't mess the americans". No molestes a los norteamericanos. El periodista griego había sido invitado a ver la base naval de Norfolk y me confesó que allí había más barcos de guerra que toda la flota griega, italiana y española juntas. "Y eso que la mitad estaba en alta mar de maniobras".

No molestes a EEUU

Don't mess USA. Si lo haces, te arriesgas a acabar en una cárcel como Guantánamo o con un tiro en el ojo como le pasó a Bin Laden. Ahora, Julian Assange está encerrado en la embajada de Ecuador en Londres.  Suecia le quiere juzgar. Pero Assange teme que luego EEUU pida otra extradición. Y al final acabaría con sus huesos en EEUU.

Lleva tantos meses allí metido que ha dado tiempo para hacer una pelicula que acabo de ver. El quinto poder (la imagen de arriba). Me hizo reflexionar sobre muchas cosas. Por ejemplo, ahora que se habla de crisis del periodismo, en los últimos tres años se han producido las mayores filtraciones a la prensa de la historia. Unas fueron gracias a Assange. Otras, gracias a Snowden.

Pero esas filtraciones han tenido un denominador común. Los filtradores al final  llevan una vida como la del fugitivo, aquella serie en la que un hombre huía y huía sin parar. O bien, han ido a la cárcel, como Bradley Manning.

En resumen, don't mess the americans.

@ojomagico

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