OPINION

Haim Bodek, el genio matemático que se convirtió en chivato de Wall Street

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En 2011 las autoridades de la bolsa de Nueva York recibieron a un tipo calvo de unos 40 años llamado Haim Bodek.

Se presentó como trader de Goldman Sachs y de UBS. Estaba allí para denunciar una de las prácticas que más preocupan a las bolsas mundiales: la HFT, la HIgh Frequency Trading.

Consiste en crear un algoritmo, un programa, que permita a un ordenador tomar decisiones de compra venta de valores mucho antes que cualquier persona. Una máquina más rápida que las máquinas.

Aprovechando esta ventaja de milésimas de segundo, los ordenadores programados con HFT son capaces de mover automáticamente gigantescos volúmenes de acciones, de bonos, de cualquier cosa negociable. El resultado es una ganancia pequeña por unidad, grande por el volumen.

Haim Bodek sabía de lo que hablaba. Él era un 'quant'.

Los 'quant' son los nuevos programadores de Wall Street. Los que pueden programar esas máquinas. Chicos que saben de finanzas, de programación, de matemáticas. Un 'quant' vale mucho.

¿De dónde le venía a Haim ese talento?

Haim Bodek es hijo de Arie Bodek, un destacado físico cuyas investigaciones condujeron al descubrimiento de una partícula llamada quark.  Todavía sigue acariciando el Nobel.

Haim pasó su niñez echando de menos a su padre, siempre metido en el laboratorio de física. No recibió ningún apoyo en sus estudios, según cuenta Scott Robertson en el libro Dark Pools: the rise of AI machines that are looping Wall Street (que de forma libre se podría traducir como 'Cuartos oscuros: las máquinas de inteligencia artificial que están arruinando Wall Street'). A pesar de ese abandono, Haim era un niño prodigio, un pequeño sabio en matemáticas sobre todo.

Por eso, el padre esperaba que el hijo siguiera sus pasos, justo lo que no hizo Haim de adolescente.

Se dejó crecer el pelo, se hizo batería de un grupo de música desastroso, y se ausentaba de casa durante semanas. Enfadado por la falta de disciplina, un día el padre gritó en una reunión familiar: "Nunca ganará el Premio Nobel".

No se sabe si fue por esta frase, que Haim Bodek cambió de costumbres y, a pesar de que casi no había ido a clase, terminó el bachillerato con notas altísimas, y se metió en la Universidad de Rochester a estudiar matemáticas y ciencias cognitivas. Su pasión era la inteligencia artificial. Saber si se podía predecir el futuro con un ordenador y millones de datos.

Al salir encontró trabajo en Magnify, una empresa de tratamiento de datos de Oak Park, Illinois. Su primer trabajo consistió en predecir el fraude en las tarjetas de crédito.

Gracias a un algoritmo que cruzó millones de datos, pudieron rastrear un patrón de comportamiento en los ladrones de tarjetas. Por ejemplo, un grupo de estos ladrones solía probar las tarjetas robadas con pequeñas compras en gasolineras para luego dar el supergolpe comprando 10.000 dólares en joyas en un establecimiento.

Instalado en VISA, el algoritmo le permitió pillar a la banda antes de que dieran el golpe. Haim había predicho el futuro. Mejor dicho, la máquina lo había hecho. Pensaba por sí misma. Era inteligencia artificial pura. Eureka.

¿Y si se aplicase ese conocimiento para conocer el comportamiento de acciones de Bolsa? Bodek sabía que podía aplicar la matemática, y algo muy de moda entonces en Wall Street: las redes neuronales y el fuzzy logic (la lógica difusa). Y aquí es cuando entran en escena los 'quanta'.

Los 'quants' son matemáticos especialistas en este lógica basada en cuantificadores. En calcular y predecir el comportamiento de los valores.

Con ese bagaje, Haim primero trabajó para otras empresas de inversión creando programas de predicción financiera. En 2007 fundó su propia empresa: Trading Machines.

Las cosas fueron cada vez mejor con sus algoritmos mágicos. Sus clientes estaban encantados. Pero en 2009 sucedió algo imprevisto: los programas que trabajaban en un mercado Direct Edge empezaron a fallar.

La empresa de Haim perdía unos 10.000 dólares al día, según confesó a The Wall Street Journal. Durante una conversación con el director comercial de Direct Edge, Bodek se lamentó de que se le había colado un virus en el ordenador. "No es eso", le dijo el director: "Estás usando las órdenes equivocadas".

Se refería a que las empresas de Bolsa tienen siempre unas órdenes para limitar las compras o las ventas a determinado precio. El programa de Haim se ajustaba a ese patrón.

Pero Direct Edge tenía un complemento que iba más lejos. Se aprovechaba de las operaciones de alta frecuencia adelantándose a una orden de compra-venta normal por milisegundos.

Habitualmente, la primera orden en llegar es la primera que se ejecuta. Pero las órdenes llamada "Hide Not Slide" (algo así como "escóndete, no te resbales"), creadas por Direct Edge, permitían adelantarse al primero. Haim Bodek se dio cuenta de la jugada. Al principio trató de crear sus propios programas y trabajó para Goldman Sachs y UBS.

http://youtu.be/GEAGdwHXfLQ

Pero en 2011 dio marcha atrás y se convirtió en su mayor martiillo.

Denunció las operaciones de HFT a la Securities and Exchange Commission, gracias a lo cual salió en los principales periódicos, fue tema de algunos libros y además, fue el protagonista de un documental sorprendente llamado "El código de Wall Street" (ver arriba). Allí explica cómo se trafica con información rápidamente, y cómo las firmas lo convierten en dinero.

Hoy Haim Bodek, desde su página web, se presenta como 'el chivato' del High Frequency Trading. Desde su compañía, Decimus Capital Markets, dice investigar las operaciones en las bolsas y destapar a los especuladores de altos vuelos. A los 'quants', a las técnicas cuantitativas, y a todo lo que se mueve en los 'cuartos oscuros' (o piscinas oscuras).

Post data: este semana, el Comisionado de la SEC ha denunciado que el HFT daña a los pequeños inversores.

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