OPINION

Tres lecciones de economía para aquellos que prometen el paraíso

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Que levante la mano quien no tenga una teoría para arreglar el mundo. Para arreglarlo desde el punto de vista económico, se entiende.

¿Repartir la riqueza? ¿Repartir el trabajo? ¿Subir las pensiones? ¿Aumentar los salarios?  ¿Bajar los impuestos? ¿Crear una renta mínima para todos? ¿Ayudar a los emprendedores?  ¿Promover el ahorro? ¿Atenuar el consumismo? ¿Regalar casas? ¿Nacionalizar todo?

Yo también le he echado una pensada y he llegado a la conclusión de que, hagas lo que hagas, te vas a encontrar con varias enseñanzas que funcionan como leyes. La primera es: la economía es una máquina que tiende al desajuste.

No importa la política que apliques, la máquina tiende a desajustarse como el motor de un coche viejo. Tarde o temprano llega la inflación o la deflación, el déficit, el endeudamiento, la caída del consumo, la falta de divisas, el golpe energético, una catástrofe medioambiental imprevista, surge un escándalo de proporciones monstruosas... Y por eso tienes que vigilarla permanentemente. Hacer ajustes que, digamos, no entraban en tus planes.

Pero estoy hablando de  rectificaciones, casi sobre la marcha.

El problemón de verdad viene cuando tu planteamiento era equivocado, quiero decir, dramáticamente equivocado, y por lo tanto la economía se hunde. Eso significa que estabas totalmente fuera de sitio. Te darás cuenta de la segunda enseñanza: la economía es la ciencia que te pone en tu sitio. ¿Cómo?

Te verás obligado a bajar pensiones, recortar derechos laborales, cerrar los créditos, y paralizar inversiones. A ti te dará miedo aplicar esas medidas porque el pueblo se va a enfadar. Les prometiste tantas cosas bonitas... dibujaste un paraíso tan ideal...

Pero el tiempo pasa y pasa, y tú no reaccionas porque estás convencido de que tienes razón, y entonces viene la tercera enseñanza: si tardas mucho en ajustar una tuerca, acabas arreglando la máquina a martillazos. Los recortes serán brutales.

Las consecuencias te las puedes imaginar: la rabia del pueblo va creciendo hasta que te echen del poder.

Voy a poner tres ejemplos.

Primero: en 1973, una guerra entre Israel y los países árabes hizo subir los precios del petróleo de 3 a 12 dólares. Eso tuvo un impacto inimaginado en las economías mundiales. Desajustó la máquina.

Segundo ejemplo: en tiempos de Franco, al ministro de Trabajo se le ocurrió subir el salario de los trabajadores en un 23%. Los trabajadores lo acogieron con enorme alegría. Pero causó una inflación brutal.

Tercer ejemplo: Rodríguez Zapatero se negó a asumir la crisis de 2008, porque pensaba que él no estaba equivocado. Hasta que, al pasar los meses, los efectos eran tan agudos, que tuvo que aprobar recortes brutales en 2010. Al año siguiente, su partido perdió las elecciones. Fue el mayor batacazo de la historia del Partido Socialista.

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