OPINION

El día D en realidad fue el día L

leigh light
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Este 6 de junio se cumplen 70 años del desembarco de Normandía.

Para los historiadores, la apertura de otro frente en Europa precipitó el fin del tercer Reich. Pero cualquier persona que esté al frente de una organización, se queda estupefacta ante el mayor movimiento de tropas y material de la historia. Detrás del día D, hubo un montón de mentes que armaron un gigantesco puzzle de piezas y consiguieron su objetivo. El desafío fue de tal magnitud organizativa, que en lugar de llamarlo día D, se debió llamar día L: fue el triunfo de la logística.

¿Qué pasó en las primeras horas de aquel 6 de junio?

Una armada de más de 4.500 barcos de todo tipo transportó 130.000 soldados, y 20 000 vehículos a lo largo del Canal de la Mancha.

Como no había puertos de desembarco de material en las playas francesas escogidas, los británicos llevaron en barco puertos prefabricados y, como si se tratara de un mecano gigantesco, ensamblaron en dos semanas dos puertos llamados Mulberry que permitieron almacenar víveres y material para dar apoyo a las tropas. A finales de ese mes, los Aliados habían desembarcado 452.000 soldados, 70.000 vehículos, y 289.000 toneladas de todo tipo de material, lo cual permitió abrir y consolidar un nuevo frente de guerra que los alemanes no pudieron taponar

Un soldado alemán resumió esta operación con una frase: “Ya sé cómo ustedes nos ganaron la guerra: amontonaron un montón de cosas y luego las dejaron caer sobre nosotros”.

Para lanzar esa brutal cantidad de hombres y materiales sobre los alemanes se requirió una organización que en primer lugar, coordinase los esfuerzos de tres ejércitos, EEUU, Gran Bretaña y Canadá. En segundo lugar que desarrollaran nuevas armas diseñadas por ingenieros. Y en tercer lugar, implicar a fábricas y astilleros, sobre todo en Estados Unidos para producir aviones, barcos y carros de combate en un número jamás conocido hasta entonces. Y por supuesto, el adiestramiento de las tropas y el almacenamiento de víveres.

Todo ello se hizo en el plazo de pocos meses. Pero quedaba lo más importante: transportar todo eso por el Atlántico hasta Inglaterra, superando uno de los mayores problemas de la guerra. Como cuenta Paul Kennedy en su libro Ingenieros de la victoria, “a lo largo de 1942 las flotas mercantes aliadas habían perdido la abrumadora cifra de 7,8 millones de toneladas, casi 6,3 millones de las cuales habían sido hundidas por aquella arma tan formidable que era el submarino alemán”.

Para contrarrestar ese fabuloso enemigo, los ingenieros diseñaron varias cosas: el Hedgehog (erizo), que era un racimo de bombas antisubmarinas lanzadas a granel; la Luz Leigh (ver abajo), que eran unas potentes lámparas montadas sobre aviones que localizaban a los submarinos alemanes durante la noche, cuando emergían para cargar baterías;  y por supuesto, la movilización aérea con aviones de largo recorrido armados con bombas que atacaban a los submarinos alemanes.

Gracias a esas innovaciones se permitió la llegada masiva de más convoyes menos dañados, y preparar la invasión de Normandía.

El historiador Paul Kennedy afirma que una de las grandes lecciones de esta invasión, fue no solo poner en pie una organización gigantesca, sino hacer caso a aquellos modestos peones que, estando más cerca del problema, eran capaces de encontrar la solución, como el comandante Leigh, inventor de la famosa luz localizadora de submarinos, cuyo radio de iluminación eran dos kilómetros.

La Segunda Guerra Mundial fue por supuesto una guerra industrial y logística, en la cual competía la capacidad industrial y la organización alemanas con las norteamericanas. La gran diferencia era que las fábricas alemanas estaban sometidas a bombardeos, mientras que las fábricas norteamericanas permanecieron intactas.

“Al final, el triunfo fue el resultado de la capacidad, de los Estados Unidos para movilizar su poder industrial y proporcionar instrumentos de guerra a sus tropas y a las de sus aliados, y entregarlos donde y cuando se necesitase, almacenarlos y dejarlos caer”, afirma Barry Dysart en la compilación de Alan Gropman The Big L, american logistics y World War II (La gran L: la lógistica estadounidense en la II Guerra Mundial).

Según el economista Juan Iranzo, la logística moderna nació de la invasión de Normandía. Sin duda, fue el mayor movimiento de personas y material de la historia.

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