OPINION

Debate para las elecciones andaluzas: el optimismo, las excusas y la utopía

debate electoral
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Dicen que en Canal Sur hubo un debate electoral de los tres principales candidatos. ¿En serio? Yo no vi interrupciones. Vi mucha educación. Demasiada. ¿Y puñales? Los necesarios. Faltó un poco de salsa porque todo fue muy correcto y si alguien se salía del guión, la locutora lo cortaba.

¿Cómo fue este primer enfrentamiento?

Susana Díaz no solo es la presidenta de Andalucía sino que tiene las formas y el discurso de una presidenta. Eso es innegable. Tiene talante de líder, de mujer resuelta, una Esperanza Aguirre en Andalucía que con sus gestos y su forma de hablar sabe imponerse. ¿Su discurso? Una Andalucía alejada del tópico de zona agraria, y metida de lleno en las nuevas tecnologías. Sorprendente.

Intentó zafarse de la corrupción diciendo que no hay ningún imputado en sus listas. Echó balones fuera achacando la culpa de los recortes en servicios públicos al gobierno central. Demasiadas excusas. Así no vale.

Atacó muy bien al candidato del PP, exigiéndole que mostrase la declaración de la Renta de 2013 "que ya hemos mostrado mi marido y yo", y también le puso en aprietos al preguntarle por qué seguía teniendo imputados en sus listas electorales.

La corrupción parece que no va con ella ni con su partido, a pesar de que el grueso de los escándalos proceden de ahí. "La corrupción me repugna". ¿ Y a quién no? Pero pasa lo que pasa, y además en Andalucía sobre todo, con los de su partido.

Juan Manuel Moreno, el candidato del PP, pareció al principio haber ensayado demasiadas veces su discurso porque sonaba a plástico. Un poco repipi al principio. Pero irradiaba tanto optimismo y tanta ternura, que uno acaba creyendo de verdad que esa comunidad tiene remedio. Era todo esperanza. Un canto constante a la belleza y a las cualidades de Andalucía y los andaluces. Al futuro que les espera. Solo le faltó cantar "el futuro nos pertenece", el estribillo que entonaba un niño camisa parda en la película 'Cabaret'.

Atacó bien a Susana Díaz por donde más duele, pero no respondió a las preguntas clave y uno salía con la impresión de que este chico esconde algo. Usó muy bien el truco de 'enseña el cartel con cifras' y el público picará. Eran solo cifras pero eso impresiona si se trata de millones. También enseñó fotos, o al menos eso dijo porque los cámaras no tenían muchas ganas de curar, y trató de demostrar que todo lo que prometió Susana, era lo mismo que ellos habían prometido.

Incluso ofrecieron pactos a la candidata del PSOE, que, según ellos ignoró.

Los que pensaba que Antonio Maíllo iba a ser el convidado de piedra se equivocaron. El candidato de Izquierda Unida quizá está muy pegado a un lenguaje complejo y algo teocrático, como cuando habla del Tratado de Libre Comercio (el coco), o el Tratado de Maastricht (que España ya ha olvidado).

Pero cuando cogió carrerilla apareció como el más honesto de los tres. Honesto porque afirmó que cuando estuvieron en la Junta (en coalición), no hubo un solo caso de corrupción. Debe ser verdad porque los otros dos ni rechistaron.

Defendió la banca pública, la sanidad pública, la educación pública, las empresas públicas... Lo único privado que se atrevió a defender fue a los autónomos y a las pymes, cosa que hicieron los tres. Pero los candidatos de IU tienen el problema de que prometen utopías porque pocas veces han gobernado en gran escala y solos. No les han dejado. "Nos han desalojado", repitió varias veces señalando a Díaz.

Así que por prometer, que no quede como cuando Maíllo prometió crear medio millón de puestos de trabajo. Que yo recuerde, no prometió bajar los impuestos, cosa que sí prometieron los otros candidatos.

Año electoral, bajada de impuestos. Es un algoritmo obligado en estos tiempos.

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