OPINION

¿Por qué no abrimos la puerta a la inmigración?

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Pongamos por caso que mañana abrimos las puertas a la inmigración. De par en par. ¿Qué pasaría?

Primera fase: tendríamos que crear más centros de acogida porque los actuales ya están abarrotados. A eso se añaden alimentos, agua, camas, mantas, servicios médicos y ropa.

Segunda fase: se desplazan más policías para identificar a los inmigrantes. Hay que distinguir los que han sufrido persecución y no pueden regresar a sus hogares, de los que simplemente quieren dar el salto a Europa. A veces es imposible porque muchos de ellos están indocumentados.

Tercera fase: siguen llegando sin parar más olas de inmigrantes (a Italia, 150.000 al año). Es necesario ampliar las instalaciones. Los centros de acogida comienzan a parecerse a campos de refugiados.

Cuarta fase: las condiciones de vida se deterioran en los campos de refugiados, estallan las protestas (en Italia se cosieron la boca para llamar la atención), y la prensa lo publica. Los políticos intervienen.

Quinta fase: los inmigrantes son dispersados por el resto de España. Eso supone darles el permiso de residencia, con lo cual pueden obtener un puesto de trabajo. A medida que se instalan ellos y sus familias, los ayuntamientos deben crear más servicios para estos inmigrantes: colegios, hospitales, viviendas sociales... Para financiar esa fase, los políticos suben los impuestos o recortan gastos en otros servicios.

Sexta fase: como la economía aún no ha salido de su crisis, no hay suficientes empleos para los inmigrantes. Entonces, se forman guetos donde los inmigrantes son segregados. En las grandes ciudades se establecen zonas de ricos y pobres, como sucede en muchas ciudades de Suecia.

Séptima fase: los ciudadanos de clases modestas compiten con los inmigrantes por los mismos puestos de trabajo. Sus hijos se educan con inmigrantes, que en muchos casos, no están suficientemente alfabetizados. Tampoco tienen las facilidades para acceder a plazas escolares, ayudas o vivienda que tienen los inmigrantes. Los autóctonos ricos no quieren pagar más impuestos para mantener las oleadas de refugiados que siguen llegando sin parar.

Octava fase: los españoles dejan de votar a los políticos que mantienen las puertas abiertas y votan a los que las cierran.

Novena fase: los políticos cierran las puertas.

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(Para conocer el drama de los refugiados y la integración de inmigrantes, recomiendo leer esta serie de artículos)

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