OPINION

¿Dónde está el tsunami independentista que todos temíamos?

romeva mas
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¿Se acuerdan del ambiente que había antes de las elecciones?

Habíamos visto en la manifestación de la Diada a cientos de miles de personas que clamaban en Barcelona por una Cataluña independiente. Las banderas con la estelada ondeaban por todos los lados. En los mítines, los más entusiasmados eran Artur Mas y Raül Romeva. Estaban felices. Exultantes. Ya saboreaban la victoria.

Salvo Inés Arrimadas, la candidata de Ciudadanos, el resto de los candidatos o eran muy tristes como el del Partido Socialista o el del PP; o sufrían gastritis como el de Catalunya Sí que es Pot (el cabreo parece que es una marca de Pablo Iglesias).

Muchos españoles daban Cataluña por perdida. Estos van a arrasar. Las encuestas les dan mayoría. Tendrán mucho más: un 80%. Están exultantes. Pep Guardiola les apoya. Esa región está llena de esteladas. Odian a España.

No fue así.

Tomado voto a voto, la mayoría de los catalanes votó por partidos que no son independentistas. Y resulta los partidos independentistas han obtenido menos escaños que hace tres años. ¡Sorpresa!

Sorpresa tomando en cuenta que buena parte de la prensa catalana se ha arrodillado ante su poder central soberanista; la televisión pública TV3 se ha convertido en una palanca de marketing político de los independentistas; las escuelas catalanas son agencias de adoctrinamiento del ultracatalanismo; y existe un ambiente manifiesto en calles, barrios, empresas, sindicatos, clubes y asociaciones por la independencia.

Después de todo eso, los resultados me parecen heroicos.

Por eso me han sorprendido los análisis que dicen: "Miren señores, vamos a tener que admitir que el 50% de los catalanes son independentistas así que tendremos que pactar: Cataluña es una nación diferente".

Yo pienso lo contrario: es casi milagroso lo que ha sucedido porque, a pesar de toda la maquinaria independentista, la mayoría de los catalanes no piensa así. De modo que vamos a tener que reconstruir los lazos con Cataluña apoyándonos en ese 50%.

¿50%? Pienso que si no fue a votar más de la cuarta parte de los catalanes, significa que hay muchos más que no cree en la independencia.

Insisto, yo pensaba que esto era imparable. Que iba a ser una ola. Un tsunami. Que nos íbamos a levantar como si estuviéramos en otro país. Que ahora estaríamos viendo caras de placer gritando. "Adeu Espanya".

Pues no.

¿Lo sabremos aprovechar?

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