OPINION

Reflexiones sobre Iñaki Urdangarín: ¿se nace honesto o se puede enseñar la honestidad?

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Uno de los diálogos platónicos más importantes empieza así: "Me puedes decir, Sócrates, ¿la virtud es enseñable o no es enseñable? ¿Se alcanza con la práctica? ¿Puede aprenderse? ¿Se da en los hombres naturalmente o de algún otro modo?".

Se escribió hace 2.400 años y todavía le seguimos dando vueltas. ¿Podemos enseñar a alguien a ser virtuoso? ¿Hay personas que nacen virtuosas? ¿Hay que practicar la virtud para aprenderla?

El diálogo platónico se llama Menón, porque es una conversación entre Menón y Sócrates. Ser virtuoso era ser honesto, sensato, buen gobernante, valiente... "Y buscar cosas buenas como la riqueza, cargos públicos y fama", añade Menón.

Sócrates da un respingo: bueno sí, pero ¿no agregarías que hay que obtener todo eso 'justamente'? Pues si se adquieren esas riquezas injustamente no es virtud sino vicio, dice el maestro. Y Menón asiente.

Cuando uno ve el juicio a la infanta Cristina y a su marido Iñaki Urdangarín, acaba recordando este pasaje escrito por Platón: Urdangarín y su mujer fueron dos personas que adquirieron su riqueza injustamente.

¿Tenía necesidad Iñaki Urdangarín de corromperse? ¿Y la infanta Cristina?

Ambos ya tenían medios, dinero, trabajo, prestigio, consideración y fama. Cualquier mortal se habría conformado con una pequeña parte de todo eso. Pero a ellos no les era suficiente y montaron un entramado de empresas para prevalerse de su posición y su alcurnia, y ganar dinero sin trabajar.

He conocido personas modestas y humildes que han sabido mantener una línea intachable de honestidad. Y otras que, rebosando en dinero, tenían el alma podrida.

Todo eso me hace pensar que los valores -esa virtud de que hablaba Sócrates-, son algo innato. Se puede mejorar con la enseñanza y reforzar con la práctica, pero quien nace ruin sigue siendo ruin.

¿Y qué decía Sócrates? Ese diálogo escrito por Platón terminaba diciendo que la virtud era un don divino. No se adquiría ni con la práctica ni con la enseñanza. Los dioses se la concedían a los mortales. Si fuera así, los dioses se olvidaron de Urdangarín y de la infanta.

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