OPINION

A los viejos rockeros de la política les molesta que los jóvenes no escuchen su música

gonzales 1977
gonzales 1977

En las elecciones generales de 1982, una amiga católica y conservadora me confesó que iba a votar al Partido Socialista. ¿Tú? ¿A los socialistas? "Sí, porque representan algo nuevo, me gusta su mensaje y creo que pueden cambiar las cosas".

Solo habían pasado cinco años de las primeras elecciones democráticas después de Franco, y mi amiga ya quería 'cambio'.

El viernes anterior al domingo electoral de 1982, el PSOE hizo un cierre de campaña legendario. A las 12 de la medianoche, el rockero Miguel Ríos cantó tu emocionante Himno a la Alegría y cientos miles de jóvenes congregados en la explanada de la Universidad Complutense encendieron sus mecheros y compusieron una marea humana. Felipe González gritó: "El futuro es nuestro".

Felipe González era un líder que se metió en el bolsillo a los jóvenes. Felipe era joven, vestía con chaqueta de pana, tenía el pelo un poco largo y hablaba con convencimiento de que había llegado la hora del cambio. Era toda una novedad frente a los trajeados candidatos conservadores.

En aquellos tiempos los socialistas eran los rockeros que tocaban una música que, como el flautista de Hamelín, seducía a las masas de jóvenes. Esa música era un programa que prometía subir las pensiones, nacionalizar la banca, mejorar las condiciones de los trabajadores y echar a la basura al búnker, es decir, a los viejos políticos del franquismo que aún sobrevivían en los partidos centristas o de derechas.

¿Les suena familiar?

Es lo mismo que encarna Pablo Iglesias y Podemos. Más justicia social, controlar a los poderes financieros y a los mercados, subir pensiones y el salario mínimo y enterrar definitivamente al búnker.

Lo que en verdad molesta a los viejos rockeros es que su música ya no es escuchada por los jóvenes. La razón es muy sencilla: en los últimos ocho años, la tasa de paro ha escalado hasta la mitad de los jóvenes. No encuentran trabajo y no tienen ilusión en el futuro. ¿Van a escuchar la música de los viejos rockeros que están en el sistema desde 1977? Para esos jóvenes, los viejos rockeros desafinan.

Loos nuevos ídolos del rock político hacen todo lo que nos gusta cuando somos jóvenes: saltarse las normas, ser extravagantes, hacer cosas diferentes, desafiar al sistema, romper las reglas y todo eso.

Pablo Iglesias y los políticos de Podemos están haciendo justo eso: vestir de modo informal, usar el pelo largo, con coleta y rastas, llevar bebés al congreso, hacer perfomances con bicicletas... Además, son bastante hábiles en la comunicación: agitan las redes sociales, utilizan la televisión, emplean las trampas de la retórica, llaman la atención con campañas rompedoras y eslóganes seductores...

A los viejos rockeros eso les pone de los nervios. Lógico. Estos chicos están haciendo lo mismo que ellos hicieron hace años y encima tienen éxito. Los viejos rockeros se han dado cuenta de que ahora son parte del sistema.

¿Fin de la historia? En absoluto. Las técnicas de Podemos y las mareas son técnicas para la conquista del poder. Ejercer el poder es otra cosa. Hay que tomar las riendas de la economía y legislar para 47 millones de personas, sortear las crisis, calmar a los mercados, evitar el pánico financiero, aprobar gastos, procurar ingresos, defender a los débiles, estimular a los empresarios, crear empleo y hacer a este país mejor, más vivible y más feliz.

El PSOE hizo cosas buenas y malas en sus 13 años en el poder. Lo que hizo rematadamente mal fue conseguir empleo: la tasa de paro fue subiendo hasta suponer el 24 por ciento de la población activa. Hastiados por no encontrar trabajo, en 1996 muchos jóvenes votaron al Partido Popular. Y cuatro años después, a la vista de la creación de empleo, los jóvenes votaron en masa al Partido Popular. Me acuerdo que entonces si eras joven y no votabas al PP eras un tonto.

Para la juventud, los políticos del PP eran los nuevos rockeros de la política.

La historia se repite. Y se repetirá.

-Esto es lo que a Pablo Iglesias le pone muy nervioso

-Supongamos que Pablo Iglesias hubiera ganado las elecciones 

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