OPINION

Por qué los países de Latinoamérica admiran y odian tanto a Estados Unidos

Obama cuba
Obama cuba

Cualquier persona que haya vivido en Latinoamérica sabrá que si con España hay una relación de amor-odio, con EEUU hay otra de admiración-odio.

En América Latina se admira profundamente a Estados Unidos. Las clases medias y altas de esos países no solo admiran a EEUU, sino que educan a sus hijos allí, se van de vacaciones a EEUU, aprovechan las rebajas de Miami y cuando pueden importan productos norteamericanos. Durante mucho tiempo, los altos mandos de los ejércitos latinoamericanos de formaron en EEUU.

¿Y los pobres? Si pueden, emigran a EEUU en busca de mejor vida.

La influencia de EEUU no es nueva. Viene de siglos atrás. Las declaraciones de independencia desde México hasta Argentina imitaron el modelo norteamericano de 1773. Se crearon capitolios imitando el de Washington y hasta muchos presidentes juran sus cargos al estilo de los EEUU: con la mano en alto y ante la Biblia.

Pues bien: a pesar de todo esto, existe un sentimiento antiyanqui que se explica de muchas maneras.

En primer lugar, porque la diplomacia, los servicios secretos, las conspiraciones, las intervenciones militares, las multinacionales y el dinero norteamericanos han evitado un competidor en ese continente. No hay nadie que tosa a EEUU ni económica ni militarmente. Uno de los mayores best seller que explica ese sentimiento es 'Las venas abiertas de América Latina', de Eduardo Galeano.

La segunda razón, desde mi punto de vista, es esa tensión entre ser latinoamericano pegándose a sus tradiciones locales o imitar casi ridículamente a lo yanqui: de ahí resulta esa imagen tan palurda de ver a un grupo de jóvenes indígenas de México o Lima vestidos como raperos de Harlem, reuniéndose en Kentucky Fried Chicken y viendo películas de Transformers. Esa esquizofrenia  se volvió contra el mito yanqui cuando líderes como Chávez o Evo Morales contraatacaron promoviendo lo indígena contra lo yanqui: han pasado de la admiración al odio salvaje, mezclado con un indigenismo socialista y fantasioso.

Y en tercer lugar, el sentimiento antiyanqui nace también de algo muy natural en el ser humano: el odio al más fuerte. Es algo que se me quedó grabado una vez que escuché a Antonio Garrigues-Walker, hispano-norteamericano, quien dijo que el mundo odiaba a EEUU porque es el más fuerte, y ya se sabe; “El fuerte siempre es odiado”. En tres siglos, los estadounidenses se han convertido en la primera nación del planeta gracias a su unión y su superación. En América Latina se la han pasado peleándose unos con otros. Consigo mismos.

El viaje de Obama a algunos países de América Latina me ha parecido una ocasión para mejorar la imagen de ese país en ese continente del que ellos se han apropiado el nombre incluso, llamándose americanos, cuando en realidad lo son todos.

Pero eso parece no afectar a la diplomacia estadounidense, que parece dispuesta a caer mejor cueste lo que cueste. No creo que vaya a cambiar de un día para otros el sentimiento de admiración-odio, pero suavizará el segundo.

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