OPINION

César Alierta: lo bueno, lo malo y lo inexplicable del gran jefe de Telefónica

Cesar Alierta
Cesar Alierta

¿Ha sido César Alierta buen presidente de Telefónica?

Empecemos por las cosas que no le han salido bien. Telefónica ha intentado conectar con la gente joven y para ello compró en 2010 el 90% de la red social Tuenti por 70 millones de euros. Creada en España por un norteamericano en 2006, llegó a tener 14 millones de usuarios. Sin embargo, Tuenti ha perdido fuelle desde entonces y se ha convertido como MySpace, en una plataforma poco relevante. Telefónica intentó aprovechar su compra tratando de captar clientes de telefonía, pero no está claro que lo haya conseguido.

Lo peor es que es el segundo fracaso de Telefónica con la gente joven. Años antes había lanzado Keteké, otra red social propia. Hoy nadie se acuerda de ella.

En cuanto a los resultados económicos, Telefonica no gana lo que ganó en la primera década del siglo XXI. Además, el precio de su acción está muy lejos de los mejores tiempos. Sorprendente en una empresa que no es de ladrillos y cemento sino de telecomunicaciones, el pilar del progreso. Y sorprendente aún más porque el gran jefe procede del mundo de las finanzas.

Lo bueno han sido muchas cosas.

A escala internacional, una de las operaciones más sonadas de Telefónica fue la compra del 10% de la China Unicom. Luego, ha ido vendiendo paquetes hasta quedarse con el 2,5%. En general, Telefónica ha obtenido unos ingresos cercanos a los 2.000 millones de euros, y ha invertido la mitad. Desde el punto de vista financiero, ha sido un buen negocio.

La compañía en la época de Alierta ha continuado la línea de expansión internacional iniciada con Juan Villalonga, cuando en 1996 se lanzó a comprar una operadora en Brasil por un billón de pesetas de las de entonces que dejaron al país boquiabierto. Ahora está en 26 países y tiene más de 300 millones de clientes. Es una de las mayores multinacionales del globo y los argentinos (y otros países latinoamericanos) deberían agradecer que gracias a los españoles ahora tienen unos servicios de telecomunicaciones modernos.

También hay que reconocer a la compañía su esfuerzo por mejorar la calidad del servicio y de la oferta. Ha comprado los derechos de la Liga y la Champions hasta 2018, ha aumentado los megas de capacidad de las líneas y tiene unas ofertas bastante imbatibles con Fusion.

Lo inexplicable de Telefonica es algo de lo que se siguen quejando sus propios empleados. Es un ministerio. Por dentro parece una gigantesca maquinaria llena de funcionarios de los tiempos de Franco. Lentitud en la toma de decisiones y poca conexión con los desafíos del mundo digital.

Parece como si no se enteraran por dónde van los tiros digitales. Ya he mencionado el fracaso de Keteké y los tropiezos de Tuenti, pero hay que proseguir con el tortazo de Joyn –su plataforma de mensajería–, a la que siguió TuMe, los vaivenes de Imagenio (que fallaba más que una escopeta de feria), y sobre todo, su guerra con Google.

Alierta intentaba convencernos a los periodistas que era injusto que Google se llevara el dinero por nuestros contenidos. Cierto. Pero al final, todos nos abonamos a Telefonica para tener internet. Sin las operadoras, no hay vida en este planeta. Ni para Google. Parece que el último en enterarse fuera el mismo Alierta. ¿O es que estaba mal asesorado?

En cualquier caso, haber estado 16 años frente a una compañía en pleno desafío digital significa que el consejo de administración ha confiado en Alierta. Era más un financiero que un tecnólogo. Pero Telefonica sigue siendo uno de los gigantes mundiales y el sucesor tendrá que seguir esa estela.

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