OPINION

Propongo a Carmena levantar un monumento a este soldado republicano

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Jesús Martínez Tessier fue enrolado en 1936 para combatir por la República española. Nacido en Valladolid, pero criado en Madrid, trabajaba para la agencia de noticia Febus cuando estalló la Guerra Civil. Le despidieron al principio de la contienda.

Pero él permaneció en Madrid. Un día le obligaron a alistarse junto con otros jóvenes y entró a formar parte de un batallón de Ametralladoras. Estuvo en los frentes más duros, desde el Jarama a Brunete y hasta en la batalla del Ebro. Estuvo encuadrado nada menos que en el batallón de El Campesino, uno de los más duros y curtidos del bando republicano.

Martínez Tessier cuenta en sus memorias lo que sucedía en ese bando. Primero, caos. Segundo, ajusticiamientos. Cuenta por ejemplo, que cerca de Brunete, creo que en Quijorna, el cura del pueblo estaba de civil entre los prisioneros y se le ocurrió decir que lo estaban tratando muy bien, y que todo eso de las checas comunistas era un cuento. Se delató.

Entonces, un miembro del escuadrón de El Campesino, le invitó a dar una vuelta. El miliciano regresó solo y le enseñó a Martínez Tessier un bastón lleno de sangre: "No sabes qué dura tenía la cabeza".

Este era un tipo que había destripado a su abuelo en Extremadura porque tenía tierras y pensó que "explotaba a los campesinos". Le abrió la barriga con una navaja cabritera.

Cuenta Martínez Tessier que en las filas republicanas se usaban a los soldados extranjeros de las Brigadas Internacionales para servir como carne de cañón. Caían como moscas. Cuando combatían los soldados republicanos, la propaganda siempre ocultaba la realidad, y la realidad era que la mayoría eran soldados sin instrucción ni idea de la guerra. Perdían no tanto porque los otros eran muy buenos, sino porque ellos eran muy malos.

Una vez les visitó La Pasionaria y para impresionarla, los oficiales ordenaron a los soldados que mostrasen el armamento. Lo que sucedió fue que les obligaron a pasar varias veces, de modo que aquello parecía el desfile del propio ejército Rojo en Moscú. Una trola.

Martínez Tessier vio lo más horroroso que uno se puede imaginar. En Madrid, cuenta él, los milicianos se subieron a un tranvía y le pasaron varias veces por encima a un grupo de monjas hasta hacerlas una masa de papilla. Doquiera que uno fuese, había gente tirada en las zanjas y las calles, dejadas ahí por las checas para amedrentar a la población.

Este soldado republicano vio cómo los comisarios azuzaban a los soldados, y estos saqueaban, asesinaban o vejaban hasta a los muertos.

Al final, aquel soldado republicano no aguantó más y se entregó a las filas de Franco. Fue internado inmediatamente en un campo de prisioneros hasta el fin de la guerra.

Luego fue enviado a Rusia para combatir con la División Azul, ya que el régimen no se fiaba de una persona que había combatido con los republicanos.

Volvió y entró a trabajar en la agencia EFE. Amplió la red de la agencia española por toda América Latina. Fue uno de los pioneros del periodismo en España. Se enrolló con Ava Gardner. Era un ligón.

Todo eso lo cuenta en un libro titulado Soldado de poca fortuna. Escribió el libro porque se lo pidieron sus hijos, los conocidos escritores Javier y Jorge M. Reverte. Luego murió. Nunca les había hablado de la guerra.

Como conoció el bando republicano y el nacional como nadie, y encima era periodista como yo, le propongo para que Carmena le levante un monumento y no olvidemos nunca lo que pasó allí y entonces.

De hecho, la idea no es mía sino del ayuntamiento de Madrid, que está estudiando levantar un monumento a aquellos corajudos soldados que defendieron la libertad y todo eso.

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