OPINION

¿El poder corrompe? Este estudio psicológico echó por tierra ese prejuicio

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Por estos días se está juzgando el mayor caso de corrupción del PP, el caso Gúrtel, y asímismo, el abuso de las tarjetas black en Cajamadrid-Bankia.

Hace unas semanas supimos que la Fiscalía Anticorrupción pedía seis años de cárcel para el ex presidente socialista de la Junta de Andalucía, Griñán, y diez de inhabilitación para el ex presidente Chaves.

Desde hace unos años, estamos asediados por casos de corrupción en este país. Parece como si todos los cargos públicos fueran corruptos. ¿Es así? ¿Por qué nos corrompemos cuando detentamos algo de poder? ¿Todos caemos en las garras de la corrupción?

En 2012, un grupo de psicólogos canadienses trató de responder a la pregunta poniendo en marcha un experimento. Escogieron un grupo formado por estudiantes y trabajadores, en total casi 300 personas.

Para empezar les preguntaron a todos que pusieran notas a ciertas categorías morales en orden de importancia. Estas categorías eran compasión, cuidado a los demás, generosidad, honestidad y algunas más. Así clasificaron a unos participantes como más morales y a otros como menos morales.

Luego, pidieron a un grupo de participantes que describieran una ocasión en su vida en la que se hubieran visto con poder. Y a otro grupo le pidieron que expusiera un día cualquiera en la vida de una persona normal.

A continuación empezó el experimento. Les dijeron a todos que imaginaran que tenían que repartirse 500 puntos, pero que cada uno solo podría tomar entre cero y 10 puntos. No había puntos para todos si todos escogían 10 puntos. ¿Cuánto se sacrificarían?

Los participantes que fueron sometidos a la prueba de describir el día de una persona normal dijeron que se quedarían solo con 6,5 puntos. Este grupo marcó la media humana. ¿Qué harían los otros? ¿Se quedarían más puntos o menos?

Pues bien: entre los participantes que habían sido preparados (priming) para sentir que tocaban el 'poder', pasaron dos cosas. Aquellos que mostraban una actitud moral más baja (en función de las preguntas morales), escogían 7,5 puntos. Más que la media. Eran más egoístas. Y aquellos que de ese grupo habían mostrado una actitud moral más alta en los test, escogieron 5,5 puntos. Se sacrificaban por los demás.

Para los científicos, esto demostraba, en contra de lo que se piensa, que el poder no corrompe sino que la gente con poca moral se corromperá cuando tiene la oportunidad de hacerlo. Y los honestos pensarán en los demás aunque tengan poder.

Eso nos da esperanza para creer en la humanidad, y creer en los políticos honestos. Yo creo que sí existen, por mucha bulla que escuchemos. En España hay unos 8.000 pueblos con sus concejales y alcaldes. Creo que la inmensa mayoría son honestos o que en su trayectoria han actuado más honestamente que lo contrario.

Era una percepción mía sin pruebas hasta que vi este informe de los psicólogos norteamericanos de la . Lo único que tenemos que hacer ahora es escoger a los que tienen una moral más limpia y ponerlos en los cargos más importantes.

El problema es que muchas veces, el que selecciona esos cargos, es un corrupto, una persona sin moral. Y así nos va.

(El artículo fue publicado en el Journal of Applied Psychology y comentado por el Instituto Smithsonian aquí).

(La foto es de Sira Anamwong por cortesía de freedigitalphotos.net)

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