OPINION

Millones votaron por Trump precisamente porque es 'políticamente incorrecto'

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TOPSHOT - People rally as they take part in a protest against Republican presidential front-runner Donald Trump in New York on March 19,2016. / AFP / KENA BETANCUR (Photo credit should read KENA BETANCUR/AFP/Getty Images)

El triunfo de Donald Trump ha puesto las cosas patas arriba en EEUU. Se están haciendo muchos análisis sobre las causas, sobre las consecuencias, sobre la ceguera de la prensa y sobre los errores de las encuestas. Es como un campo de batalla regado de víctimas.

Y una de las víctimas, al menos por ahora, es lo 'políticamente correcto'.

En algún momento al principio de los 90, se extendió por Estados Unidos el fenómeno de lo políticamente correcto. A medida que se hacían más fuertes las minorías en ese enorme país, las reglas de la convivencia exigían más tolerancia, más cambios en el lenguaje y en las actitudes. Si hacías determinados comentarios, te podían calificar de racista, homófobo, antilatino, antimusulmán, paranoico, estrecho des miras y muchas cosas más.

Esa tolerancia se extendía sobre todo en las grandes ciudades, donde prosperaban esas minorías y donde siempre se hacen más presentes los cambios sociales, como los matrimonios homosexuales.

De modo que la vieja mayoría blanca conservadora y religiosa –ese americano de viejo cuño–, tenía que modificar sus actitudes. Se podía comprobar este cambio sobre todo en el cine, donde de los prototipos blancos, espigados, cow boys, detectives o policías de los años 40, 50 y hasta principios de los 60, dieron paso a otros prototipos que incluían latinos, negros, judíos, musulmanes y asiáticos. Star Trek ya era una avanzadilla.

Los Estados Unidos sorprendieron al mundo pues lo políticamente correcto había logrado crear, con sus luces y sombras, un país unido en torno a unos valores. Más importante juntos, que divididos. Y así siguieron siendo una gran potencia.

El problema es que en los últimos quince años han sucedido algunas cosas. En primer lugar el mayor atentado terrorista sufrido por un país. Fue el ataque a las Torres Gemelas que se saldó con 3.000 muertos. Luego, la guerra en Afganistán e Irak, y todas las secuelas de conflictos internacionales, desde Libia hasta Siria, donde han tenido que intervenir de alguna forma los Estados Unidos. El terrorismo islámico es para ellos una verdadera amenaza.

Luego, la crisis de 2008, que supuso la mayor catástrofe financiera desde 1929, y que acentuó la división ricos y pobres, o, Wall Street y la fábrica.

Ahora imaginen lo que pasa por la cabeza de un norteamericano medio: los que viven en los pueblos, o los que trabajaban en los cinturones industriales, se han quedado sin empleo, o tienen varios pero muy mal pagados. Han perdido sus ahorros. Miran a Wall Street y ven que un montón de niños pijos se han hecho ricos con sus ahorros.

Miran a Washington y ven que se aprueban tratados de libre comercio que dan trabajo a las empresas chinas o mexicanas, pero no a las situadas en su propio país. Incluso miran a los grandes medios de comunicación, y ven que no dicen nada de lo que a ellos les preocupa. Ni siquiera las grandes empresas se preocupan de ellos porque se mudan al extranjero, donde la mano de obra es más barata.

Mientras tanto, los radicales islámicos les atacan por todos sitios. Pero los políticos de Washington obligan al pueblo americano a respetar el islam, para mantener la convivencia.

O peor aún, los políticos de Washington les envían a la guerra a defender a esos países musulmanes.

En tiempos de prosperidad, todos somos muy tolerantes y simpáticos. Pero cuando atravesamos una crisis, nos volvemos un poco insoportables. Y el problema es que en los últimos diez años ha habido un choque de fuerzas: por un lado, un aumento de lo 'políticamente correcto' y, por otro, más despidos masivos, caída de rentas, y abatimiento emocional.

Ha sido ahora cuando ese norteamericano (insisto, es una enorme cantidad de gente del interior y rural), se ha hartado de tanta tolerancia y ha explotado pues un señor ha venido a decirles lo que ellos piensan. Ese señor es Donald Trump.

Para ellos, Trump dice la verdad. Y la prueba más clara es que todo lo que ellos detestan, desde Washington hasta los medios pasando por los liberales 'políticamente correctos, se meten con Trump. Ajá, entonces Trump es de los míos, piensan.

Si Trump hubiera perdido, el análisis no habría sido 'qué bien que ha ganado la democracia y la sensatez'. No. El análisis habría sido: "Señores, qué hacemos para contentar a la mitad de este país que nos acaba de decir: 'a la mierda con lo políticamente correcto'.

Tarde o temprano iba a estallar porque estamos en una época en la que surgen estallidos sociales que rompen las reglas del sistema. Y surgen porque alguien se olvidó de pensar en un montón de gente. Eso, lo sabemos muy bien en España.

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