OPINION

Decide rápido a qué dedicarte antes de que la tecnología fulmine tu empleo

Captura de pantalla 2016-12-19 a la(s) 10.35.59
Captura de pantalla 2016-12-19 a la(s) 10.35.59

T.J. Bray, 32 años, se había pasado los últimos 14 años trabajando en la fábrica de aparatos de aire acondicionado Carrier, la más famosa de EEUU. A comienzos de 2016 estaba desolado. Él y muchos otros empleados iban a ser despedidos porque la empresa prefería trasladar las instalaciones a México, donde a mano de obra es más barata.

El 3o de noviembre pasado, cuando Donald Trump había sido elegido presidente, los propietarios de Carrier decidieron seguir con la fábrica de Indiana después de recibir la promesa de Trump de ofrecerles incentivos fiscales. "Papá, Donald Trump te ha salvado", dijo Jovie, la hija pequeña de T.J. Bray.  Su caso salió en la cadena de televisión conservadora Fox (imagen superior).

Para evitar que las empresas norteamericanas se vayan a fabricar a países más baratos como México, Donald Trump está ofreciendo incentivos fiscales. Muchas empresas lo están aceptando.

Pero la historia no tiene un final completamente feliz para los trabajadores. Las empresas norteamericanas que se quedan están sustituyendo mano de obra local por máquinas. Es decir, por mucho que Trump les ofrezca incentivos fiscales, una empresa industrial solo puede retener una parte de su mano de obra. De hecho, solo pudo proteger el trabajo de un tercio de los empleados de Carrier.

Desde la crisis de 2008 hasta ahora, Estados Unidos ha perdido 1,5 millones de puestos de trabajo en la industria, según informaba The Wall Street Journal. Las fábricas norteamericanas están recuperando su actividad pero los empleos no regresan con la misma fuerza. "La tecnología y la automatización han brindado a las empresas manufactureras los medios necesarios para funcionar, e incluso prosperar, con muchos menos empleados que antes", decía el diario financiero.

Lo que sucede en Estados Unidos sucede más tarde en el resto del mundo. Los puestos de trabajo manuales o repetitivos, aquellos que puede hacer una máquina, un programa informático o una aplicación, van a ser suprimidos. Viene sucediendo desde la Revolución Industrial, cuando las máquinas segadoras e hiladoras acabaron con el trabajo manual de campesinos y artesanos.

Luego, le tocó a la propia industria sufrir ese golpe, con la automatización de procesos y los robots. Ensidesa tenía a principios de los setenta más de 30.000 trabajadores. Ahora forma parte de Arcelor y no pasa de 3.000 empleados.

El problema de ahora es que la tecnología va más rápido de los esperado. Las máquinas aprenden de sus procesos, el llamado machine learning, de modo que amenazan más puestos de trabajo y a una velocidad mayor.

Los trabajadores cualificados pueden encontrar empleo en esta corriente... siempre que la tecnología no les atrape. El problema es que los trabajadores nunca sospechan cuándo la tecnología les va a atrapar. En el mundo del motor, un soldador era un trabajador cualificado hasta que llegaron los robots soldadores. El trabajador pasa a estar no-cualificado. Y así sucede con casi todas las profesiones.

Entonces, solo queda en confiar que la economía crezca y que salgan más puestos de trabajo. Pero, como decía The Wall Street Journal, independientemente de lo rápido que crezca la economía, siempre habrá un amplio grupo de ex obreros poco calificados que no ha podido hallar empleo en un sector cada vez más automatizado.

La consultora McKinsey elaboró un gráfico sobre 750 ocupaciones en EEUU, y su grado de ser sustituidas por la automatización. Las más amenazadas estaban en la industria manufacturera.

Para el trabajador, la clave de su supervivencia estará en predecir si su profesión será ocupada por una máquina en un plazo corto, y tomar la decisión de cambiar o reciclarse. Pero, sinceramente, los trabajadores no se pasan los fines de semana leyendo los informes de McKinsey. La tecnología les pillará sin confesarse.

Los gobernantes y los políticos deberían pensar que este va a ser uno de los grandes desafíos de las próximas décadas. La tecnología se desarrolla a una velocidad nunca vista en la historia. Ya estamos formando a jóvenes para empleos que dejarán de existir, y no sabemos aún cuáles son los que se necesitarán dentro de cinco años.

Mostrar comentarios