OPINION

Holanda se despierta frenando a la ultraderecha, pero el dinosaurio sigue todavía allí

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Para los analistas, el problema de las elecciones holandesas era la extrema derecha. En caso de que ganase Geert Wilders, pensaban que se podrían desencadenar un montón de desastres. Ahora que ha perdido, el problema desaparece.

Las cuestiones más polémicas de su programa eran:

-Impedir la entrada de refugiados árabes, cerrar mezquitas, eliminar el velo y el Corán.

-Salir de la UE.

-Invertir más en Fuerzas Armadas y Policía, y menos en energía eólica.

El resto del programa era más o menos como un partido socialdemócrata o un conservador tradicional.

Geert Wilders no ha ganado, pero desde luego no ha perdido. Su partido ha pasado de 15 a 20 escaños, y es el segundo partido más votado.

Voy más lejos. El partido ganador de Mark Rutte, el liberal VVD, obtuvo 33 escaños. Menos que en las pasadas elecciones.

De modo que el partido de gobierno cae, y su principal opositor sube. Las diferencias se estrechan, lo que hace pensar si en las próximas elecciones habrá sorpasso.

Pero ese no es el análisis principal: las encuestas de opinión de hace unos días daban vencedor a Wilders y a la extrema de derecha, lo cual significa que hay millones de holandeses que están de acuerdo con su credo. Y eso es lo que hay que pensar.

¿Qué ha pasado en Holanda para que ese país que nos parece tan estable y modélico haya dado un empujón a Wilders?

Pues lo mismo que en EEUU, que en el Reino Unido y que en Francia. El ciudadano medio percibe que la inmigración es un problema, y en algunos  casos, una amenaza. Unan eso a la crisis económica y a la deuda de las familias, y pum.

Recuerden que el Reino Unido votó salirse de la UE, entre otras cosas, porque no estaba de acuerdo con la política de inmigración. Recuerden que los norteamericanos votaron a Trump porque no quieren que se cuelen más inmigrantes ilegales por sus fronteras. Y recuerden que en Francia, Marine Le Pen es la candidata con más intención de voto en las encuestas, porque a los franceses les preocupa la inmigración.

El mensaje es claro: la inmigración preocupa. Que haya populistas como Trump, Le Pen, Wilders o Farage es solo un reflejo. Unas veces ganan, como en EEUU y Reino Unido, y otras pierden, como en Holanda. Pero el problema no son los líderes populistas. El problema es que la inmigración ya se ha convertido en un elemento movilizador del voto en países con larga tradición de tolerancia.

Si me permiten usar el microcuento de Augusto Monterroso, "Holanda se despertó frenando a la extrema derecha, pero el dinosaurio sigue todavía allí".

Por muchas elecciones en las que resulten perdedores los populistas, el problema sigue ahí. Es más, se va a agravar. ¿Alguien tiene una solución?

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