OPINION

Por qué en España derrotamos a ETA y en Colombia no derrotaron a las FARC

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¿Quieren saber la diferencia entre las FARC colombianas y ETA?

Que ETA fue derrotada, sus miembros enviados a la cárcel y su organización fue reducida a la mínima expresión.

En cambio en Colombia, el gobierno ha tenido que negociar con las FARC un acuerdo de paz en tierras extranjeras como La Habana (un poco vergonzoso), ha permitido a la organización terrorista mantener sus campamentos, desmilitarizarse como le ha dado la gana, perdonar sus crímenes y hasta integrarse en la política.

Se podrá decir que en Colombia hay selvas impenetrables que dificultaban la caza de la guerrilla. En España no se podía perseguir a los asesinos de ETA más allá de la frontera porque Francia era su refugio. Por lo demás, ambos grupos utilizaban la misma clase de extorsión: secuestros y asesinatos.

La clave en España fue que desde el principio hubo unas fuerzas de seguridad del Estado que combatieron a ETA con todos los instrumentos a su alcance. Desde Lobo, el famoso espía del gobierno, que se infiltró a principios de los setenta en ETA, hasta el desmantelamiento reciente de zulos y la detención de los líderes de la banda,  no se le ha dado tregua.

En su lucha contra la organización terrorista y separatista, nació uno de los mejores servicios secretos antiterroristas del mundo. Y en esa lucha los gobiernos, desde Suárez hasta Rajoy han tenido la misma consigna: ni un paso atrás.

El resultado ha sido que la banda casi se ha extinguido. El año pasado, el fiscal jefe de la Audiencia Nacional dijo al presentar su informe de 2015, que ETA estaba aniquilada.

Ahora, los representantes de la banda afirman que el 8 de abril entregarán las armas. Si es verdad que entregan las armas y que no es un show, se podrá decir que el trabajo de miles de personas, (policía, guardias civiles, espías, jueces...), ha culminado en la derrota final.

Esa es la gran diferencia entre Colombia y España. Aquí se les persiguió sin cuartel. Allí, dejaron que la serpiente creciera hasta el punto de que, cuando ya no podían pisarle la cabeza, solo podían negociar con ella.

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