OPINION

Cuando Lord Keynes inventó la Unión Europea pero fue aplastado por EEUU

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Antes de que terminara la Segunda Guerra Mundial, sucedió algo importante en Bretton Woods, una pequeña localidad de New Hampshire, Estados Unidos: los representantes de 44 naciones decidieron poner las bases del “nuevo orden mundial”. La caída de la Alemania de Hitler era inminente.

Lord Keynes (arriba en la foto, en el centro), seguramente el economista más conspicuo de la época, propuso crear un organismo llamado International Clearing Union, que a su vez crearía una moneda denominada “bancor”, asentada sobre las divisas más fuertes, y que sería canjeable por las divisas de cada país.

Los gobernantes de las naciones se comprometerían a mantener equilibrio fiscal, y pagar una multa si sus déficits fiscales se excedían. A cambio, los países más saneados financiarían a los más pobres, y se lograría la recuperación de la demanda mundial. En realidad, Keynes estaba diseñando sin saberlo el esqueleto de la futura Unión Europea y del euro.

Desgraciadamente Keynes no era norteamericano sino británico. Su país, encima, debía una astronómica cantidad de dinero a Estados Unidos, y esta superpotencia atlántica no estaba dispuesta a dejar que los pobres británicos tomasen las riendas del nuevo orden.

Carl Bernstein, del departamento del Tesoro de EEUU, presentó una serie de documentos con otras ideas. Keynes los calificó de “intolerables”.  Pero se impuso el plan americano, consistente en establecer al dólar como moneda de referencia mundial.

El billete verde estaría sustentado por su equivalente en oro, de modo que una onza de este metal precioso (del que EEUU acumulaba las mayores reservas del planeta), se canjearía por 35 dólares. Todas las monedas planetarias tendrían un cambio respecto al dólar. Eso era como dar un puñetazo en la mesa y decir: ¡Señores, aquí quien manda soy yo!

Y fue así.

El embrión de la UE tardaría aún una quincena de años en brotar. Eso fue hace 60 años. Esa unión permitió crear la mayor potencia económica del planeta, la UE, que ya está por encima de Estados Unidos. Algo que le habría encantado presenciar a John Maynard Keynes.

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