OPINION

El abismo educativo: los jóvenes se aburren y los profesores no les entienden

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Una profesora de universidad me comentó tomando un café que cada vez tiene más dificultades para mantener la atención en clase. "Los chicos de segundo de universidad se aburren", se lamentaba. Tenía miedo. "Tengo dos doctorados y sé mucho de mi especialidad, pero cada vez me cuesta más hacerme entender en clase".

Eso da una idea de hacia dónde se está moviendo nuestras galaxias educativas. La de los jóvenes y la de los profesores se mueven en direcciones opuestas. Se alejan. Por eso, se entenderán cada vez menos.

Un joven del siglo XII no era muy diferente de uno del siglo V o del siglo XV. La transmisión del conocimiento y las 'nuevas tecnologías' apenas cambiaban. Un joven y un profesor se entendían. Ahora, cada generación de jóvenes es diferente a la anterior porque una nueva tecnología les ha modificado cognitivamente su forma de entender el mundo, ya sea Snapchat o Instagram, el móvil inteligente o el iPad. Pero al profesor cada vez le costará más entenderles.

Para el mundo de los profesores, esto es una tortura. Los avances son tan rápidos, que cuando se toman una siesta creyendo que están al día, ya han aparecido cosas nuevas que desconocen.

Cada año, los jóvenes dominan tecnologías más revolucionarias e ininteligibles, en cambio los profesores son un año más viejos. Así, año tras año.

Hace poco me enteré que la nueva forma de leer libros en EEUU es por medio de mensajes de WhatsApp. Unos tíos listos han inventado una aplicación por la cual puedes leer una novela en tu móvil escrita con micro-mensajes. "La gente joven lee cada vez menos, y se saltan las explicaciones en las novelas: van directamente al dialogo", decía uno de los fundadores.

De modo que al pasar de los años, los profesores entienden menos a los jóvenes, y los jóvenes se aburren más en clase. La separación cognitiva dará lugar a lo mismo que la separación de las galaxias: que llegará un momento en que no puedan verse porque las distancias son enormes.

Esa separación galáctica, lo queramos o no, influirá en la política, en la economía y en la empresa. Y las consecuencias son impredecibles.

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