OPINION

A los que se reían de los pantanos, una pequeña lección de historia acuática

Canal4
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Uno de los motivos de burla de la Transición sobre el anterior régimen fue la manía de hacer pantanos de Franco. Era como si Franco tuviera algún complejo que necesitaba superar, y por eso se dedicó a hacer pantanos.

Pues no. Los pantanos se hacen aquí desde hace mucho tiempo. El que surte de agua a Madrid se construyó en tiempos de Isabel II, cuando Bravo Murillo era presidente de Gobierno. Fue una de las mayores obras públicas de su tiempo y de las más ambiciosas, porque Madrid está en medio de una estepa y la gente se surtía de agua a través de los manantiales subterráneos, de las fuentes públicas y  de los aguadores, que paseaban por la ciudad apagando la sed.

Aquella obra se llamó Canal de Isabel II. Se tardaron muchos años en construirla y su arranque fue en el Pontón de la Oliva (arriba en la foto), un dique que se levantó cerca de Torrelaguna. De ahí a Madrid huno que construir un canal de 70 kilómetros, y quienes cogieron pico y pala fueron los presos. Debemos agradecer a los prisioneros de las guerras carlistas el que tengamos agua en Madrid, aunque no creo que les hiciera mucha gracia.

Luego, en tiempos de Primo de Rivera se crearon gigantescas Confederaciones Hidrográficas con un doble sentido: disponer de agua para regadíos, así como para abastecer a las ciudades, y empezar a emplear los saltos de agua para producir energía eléctrica.

Franco prosiguió lo que otros habían iniciado. La diferencia es que lo hizo con mucha profusión pues el 65% de la capacidad embalsable actual procede de las obras públicas de esa época. Parece que hizo 515 pantanos de todo tamaño.

En tiempos de los socialistas, el pantano más sonado fue el de Riaño, en León, pues causó una enorme polémica al inundar muchos pueblos.

No sé si ese país tiene necesidades de más pantanos, pero sí estoy seguro que sin todo lo anterior, ahora estaríamos muriendo de sed y padeciendo hambre.

España es un país seco. Se puede ver en avión, si uno cruza el país de punta a punta. Es casi una extensión geográfica de Africa. Estamos sometidos a sus vientos secos, a sus tormentas de arena y a su clima. De ahí que mucha gente dijera que Africa empieza en los Pirineos.

En estos días, la noticia es que hemos padecido la primavera más cálida de que se tenga noticia, y que la sequía puede ser muy preocupante, una de las peores de la historia.

En esta situación límite es cuando se ve qué se ha hecho, qué sirve y que es inútil. A ojo de pájaro, los pantanos siguen siendo la salvación, pero a ojo de pájaro también se ven estaciones de tren de alta velocidad abandonadas, aeropuertos fantasmas, rotondas de diseño y recintos vacíos...

Cosas que, la verdad, no sirven para nada.

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